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Chapter 2 - Capítulo 2: El Despertar del Guerrero y el Eco de Otra Realidad

El rostro de Bulma desapareció de mi vista, y el silencio de la enfermería improvisada se apoderó de la habitación. Mis ojos se dirigieron a mis manos. Pequeñas. Infantiles. Las manos de un niño de, ¿cuántos años tendría Gohan en este punto? ¿Ocho? ¿Nueve? No importaba. Lo que sí importaba era la inmensa, abrumadora responsabilidad que acababa de caer sobre mis hombros.

Esto no era un juego. No era una fantasía pasajera. La brisa que se colaba por la ventana traía el lúgubre aroma a hollín y desesperanza. Las imágenes de las ciudades devastadas, la miseria de los supervivientes y la brutalidad de los Androides, todo lo que había visto en la pantalla, ahora era una realidad tangible. Mis recuerdos de la Tierra "original", de mi vida como un simple fan de Dragon Ball, se sentían distantes, casi como un sueño. La verdad era que había muerto. Y por algún capricho del universo, había renacido aquí, en la piel de un personaje destinado a una muerte heroica pero, en última instancia, fútil.

Una risa amarga y hueca escapó de mis labios. ¿Una reencarnación? Si así era como lo llamaban, era la broma más pesada de la existencia. Estaba atrapado en el apocalipsis, con la carga de la salvación de la humanidad sobre mis hombros infantiles.

Me incorporé, la debilidad aún presente, pero ya no me importaba. Tenía que moverme. Tenía que empezar. No había tiempo para lamentaciones o para procesar la surrealidad de mi situación. Los Androides no esperarían. El tiempo era mi enemigo más cruel.

Con dificultad, me puse de pie. Mis piernas temblaban, pero la adrenalina comenzaba a bombear. Salí de la enfermería y me dirigí al que reconocí como el laboratorio de Bulma. Ella no estaba allí, probablemente buscando a Trunks o trabajando en alguna de sus invenciones. Era mi oportunidad.

Mi objetivo no era solo el de un Gohan más fuerte. Debía ser un Gohan que trascendiera los límites de esta realidad. Si iba a cambiar el destino, no podía simplemente replicar el camino original, solo que con más zenkais. Necesitaba algo más, algo que me diera una ventaja decisiva.

Mientras mis ojos barrían las estanterías de equipos y diagramas, una idea, tan audaz como descabellada, comenzó a formarse en mi mente. No era solo Dragon Ball. La conciencia que me había traído hasta aquí, ¿no era más que una simple transferencia de alma? ¿O había algo más?

Recordé. Recordé esa sensación justo antes del impacto: una chispa de energía que no pertenecía a mi mundo, algo... diferente. Y un nombre resonó en mi mente, un nombre de otra serie, de otro universo que también conocía bien: KI. No solo el ki de Dragon Ball, sino el concepto de manipulación energética avanzada que había visto en otras ficciones. Si pudiera combinar ambas...

Mis ojos se posaron en un panel de control y una serie de monitores. "Computadora", dije en voz alta, mi voz ronca pero con una extraña autoridad. "Escanea mi composición genética y energética. Busca anomalías. ¡Todo!"

La computadora emitió un pitido y una voz sintética respondió: "Escaneando... Anomalías detectadas. Fusión de patrones energéticos atípicos. Rastros de lo que parece ser una energía mística desconocida, entrelazada con el ki latente."

Una sonrisa salvaje se extendió por mi rostro. ¡Lo sabía! No era solo Gohan. Era Gohan, pero con un "regalo" inesperado, una semilla de otra forma de poder. Si podía fusionar mi conocimiento de Dragon Ball con los principios de manipulación de energía que había visto en otras series, podría forjar un nuevo camino. No solo el Super Saiyajin, sino algo más. Algo que los Androides nunca habrían anticipado.

El entrenamiento iba a ser infernal. No solo los métodos de mi padre, no solo las enseñanzas de Piccolo. Ahora, a eso se sumaría la experimentación con esta nueva forma de energía. Visualización. Control de la respiración. Meditación profunda para desentrañar los secretos de esta energía "mística". Necesitaría la ayuda de Bulma para crear equipos que pudieran medir y analizar esta nueva manifestación de poder. Y necesitaba a Trunks. No solo como discípulo, sino como compañero en esta locura.

Salí del laboratorio, la debilidad había sido reemplazada por una determinación férrea. Encontré a Trunks en la sala de estar, jugando con un viejo robot de juguete. Su rostro infantil, libre aún de las cicatrices del futuro que yo conocía.

"Trunks", dije, mi voz sonando más madura de lo que esperaba. "Necesito hablar contigo. Y con mamá."

El pequeño Trunks me miró, sorprendido por mi tono. La seriedad en mis ojos debió ser palpable.

"Vamos a entrenar", continué, "pero esta vez, va a ser diferente. Mucho más que diferente. Vamos a ir más allá de lo que cualquiera ha imaginado. Porque, hermanito, el destino de este mundo depende de ello."

La mirada en sus ojos cambió de sorpresa a una chispa de curiosidad y respeto. Sabía que me tomaría tiempo convencerlos, pero lo haría. Porque esta vez, Son Gohan no iba a ser una víctima. Iba a ser el catalizador. El guerrero definitivo. Y los Androides, esos que habían traído el apocalipsis a este mundo, iban a descubrir que el futuro, esta vez, no sería el suyo.

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