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Chapter 13 - Chapter 8: Echoes of Empires

El aire dentro de la fortaleza oculta se volvió denso, casi vibrante, a medida que una reacción química, iniciada por un experimento fallido o quizás demasiado exitoso, liberaba una extraña energía que Elias sentía en los huesos. Decidiendo que era hora de un descanso del aislamiento, salió, con la luz del sol brillando en sus ojos con una intensidad inusual.

Sus pasos lo llevaron, casi involuntariamente, hacia la pequeña biblioteca del pueblo. No era una estructura imponente, solo una sala con estantes de madera llenos de volúmenes desgastados. Sin embargo, para Elías, cada lomo prometía un universo inexplorado. No eran libros nuevos; la mayoría eran donaciones antiguas, con páginas amarillentas y tapas descoloridas. A los habitantes del pueblo no les importaba mucho, concentrados en su vida cotidiana. Pero esa falta de interés significaba que los libros acababan allí, disponibles para cualquiera, incluso para un niño rural aparentemente insignificante como él.

Entre los estantes polvorientos, su mirada se posó en unos dibujos que adornaban las páginas de un tomo antiguo. No eran textos complejos, sino representaciones sencillas que contaban historias. Sus ojos captaron nombres: Roma, el Imperio Bizantino, la lejana ciudad de Atenea. La era moderna, tan centrada en la supervivencia y la vida cotidiana, había borrado el interés por un pasado tan lejano. Los escritos eran breves, casi como notas a pie de página, como si tanta grandeza fuera un simple detalle sin importancia.

Pero para Elías, un simple texto en arcilla o un dibujo descolorido era un tesoro. Su mente, una supercomputadora viviente, comenzó a absorber la información. Cada palabra, cada línea de un boceto rudimentario, quedó grabada en su memoria con perfecta fidelidad. Más allá de la mera información, Elías usó su prodigiosa imaginación para proyectar. Las figuras bidimensionales adquirieron volumen, los tonos blancos y negros explotaron en colores vibrantes, y las breves descripciones se transformaron en panoramas sonoros y emotivos.

Conceptos romanos, bizantinos y griegos que la gente apenas recordaba se volvieron divinos ante sus ojos. La brutalidad de la lucha sangrienta, la fe inquebrantable de los imperios, la inmensidad de su poder y su trágica pero inevitable caída. Era algo mucho más grande que cualquier cosa que pudiera ver en su humilde aldea. Reflexionó sobre la ambición humana, la gloria fugaz y el ciclo infinito de la historia.

Elias demostró su talento más asombroso: usar la biblioteca no como un lugar para leer, sino como una herramienta de copia y pega directa para su cerebro. Cada página era una descarga instantánea de datos. Cada concepto histórico se injertaba en su intelecto, no solo como información, sino como semilla de nuevas chispas, pensamientos e ideas que prometían enriquecer y expandir su comprensión del universo y del alma humana.

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