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Chapter 9 - CAP 8

Capítulo 8: Encuentro de Titanes

POV: Pangu

Durante eones, vagué por el caos. Milenios se fundieron en milenios, billones de años disueltos como polvo cósmico en la inmensidad del vacío. Conocí a incontables dioses creadores: algunos me ofrecieron su amistad, otros desafiaron mi existencia. Los superé. Uno por uno. Y aunque sus nombres se borraron del recuerdo, mi poder se mantuvo, cada vez más vasto, más profundo, más inquebrantable.

Ahora, no hay entidad en este caos que pueda llamarse mi igual. Excepto… esa presencia. Esa inquietante existencia que ni siquiera mi sistema puede definir o localizar. Una sombra omnipresente, un titán sin forma, que habita más allá de todo entendimiento.

Decidí no buscarlo. No aún.

Durante el último millón de años, me refugié en un universo que yo mismo creé, aislado del caos exterior. Mi santuario. Mi laboratorio. Mi trono.

—Sistema, muéstrame mi estado actual —ordené con voz firme.

DENG—Activando Estado.

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Estado de Pangu

Nombre: Pangu

Raza: Supremo Dios Demonio del Caos

Linaje: Supremo Dios Demonio del Caos

Habilidad Innata:

• Talento para la Creación (Máximo): Si te esfuerzas lo suficiente, puedes crear un megaverso

Más allá:

• Has trascendido el Gran Dao del Poder

Refinamiento Disponible: 0

Nivel de Poder: Megaversal Bajo

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Sonreí con satisfacción. Este poder era monumental. La mayoría de las deidades en el caos apenas rozaban el nivel multiversal medio. Y aunque a ojos mortales pudiera parecer una diferencia menor, entre el nivel multiversal y el megaversal hay un abismo insondable. Una grieta tan profunda que podría tomar billones de años de cultivo constante cruzarla.

—Dime, sistema. ¿Ya puedo crear un multiverso?

DENG—Sí, Pangu. Te hice esperar hasta alcanzar este nivel para que no corrieras riesgos. Ya te lo he dicho varias veces.

—Me alegra haber esperado. El momento ha llegado. Pero… ¿qué clase de mundo debo crear? ¿Un reflejo del mito original… o algo completamente nuevo?

Mientras meditaba sobre esa decisión trascendental, una energía poderosa, inmensamente poderosa, rasgó mi percepción como un rayo cruzando el caos. No era una fluctuación cualquiera. Era presencia. Era voluntad. Era… una deidad.

Y no una cualquiera.

Giré lentamente mi mirada, y allí estaba.

Una mujer flotaba en el vacío eterno, rodeada de un aura verde tan antigua como la vida misma. Su piel tenía el color dorado del trigo maduro, su cabello ondulado parecía hecho de hierba primaveral. Era belleza pura, divina, pero también vitalidad encarnada. Una esencia que me hizo sentir la pulsación de la vida donde solo existía el caos.

—¿Quién eres? —pregunté con firmeza, sin agresión, pero sí con la autoridad de quien se sabe rey entre dioses.

La mujer me observó un instante, como sopesando la respuesta.

—Soy Gea —respondió con voz suave pero solemne—. La primigenia Gea.

Mis cejas se alzaron apenas.

—¿Gea, la diosa madre griega? Curioso. Yo soy Pangu. Este es mi dominio. ¿Qué haces aquí?

Sin esperar respuesta, ordené al sistema que analizara su estado.

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Estado de Gea

Nombre: Gea

Raza: Dios Superior Primigenio Griego

Habilidades Innatas:

• Una con el Mundo: Mientras exista el mundo en el que habita, Gea es inmortal.

• Esencia de Vida: Su cuerpo es vida pura. Una sola gota de su sangre puede resucitar incluso a un dios mayor.

Habilidades: Demasiadas para listar.

Nivel de Poder: Multiversal Alto

Nota: Reencarnada con la suerte de poseer a la diosa Gea.

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Mi mente se detuvo un instante.

—¿Reencarnada? —murmuré—. Pensé que era el único...

DENG—Error, Pangu. Este es el caos original. No está hecho solo para ti.

—¿Por qué nunca me dijiste eso?

DENG—No preguntaste.

En ese instante, Gea volvió a hablar.

—Deseo crear un mundo. Pero mi poder aún es insuficiente para hacerlo sin riesgos. Por eso, busco un aliado. He escuchado que tú eres el más fuerte del caos…

Sus palabras resonaron con fuerza, y también con un dejo de esperanza.

—¿Crear un mundo? Qué coincidencia... yo planeo crear un multiverso. Pero para lograrlo necesito estabilidad. Poder absoluto. Tener un compañero más débil podría afectar el futuro del megaverso.

—¿Más débil que tú? —replicó con firmeza, cruzando los brazos—. No estoy tan segura.

Sus ojos brillaban con orgullo.

—¿Quieres probarlo? —le pregunté, con una sonrisa ladeada.

—Encantada.

En un parpadeo, desatamos el caos.

La batalla comenzó. Fue una colisión de voluntades primigenias. Cada golpe resonaba como el trueno de mil galaxias colapsando. Sus raíces vitales se extendían por el vacío, intentando envolver mi cuerpo, mientras mis hachas etéreas dividían el espacio como si fueran telas desgarradas.

Las ondas de energía agitaban el caos, que normalmente era inalterable. Las demás deidades, lejanas, detuvieron su creación por un momento, maravilladas o aterradas por la escala del combate.

Un milenio pasó. Un milenio de ataques devastadores, defensas divinas, y estrategias tan complejas que solo una mente celestial podría entender. Pero al final…

Yo estaba allí, de pie, sin un solo rasguño. Mis ropas seguían en perfecto estado. Frente a mí, Gea flotaba jadeando, el caos aún vibrando a su alrededor, tratando de digerir su derrota.

—¿Cómo...? —murmuró—. ¿Cómo te hiciste tan fuerte? Nacimos en el mismo instante...

—Te contaré un secreto —dije con una sonrisa enigmática—. Al igual que tú... yo no soy originario del caos.

Sus ojos se abrieron como lunas. Trató de hablar, pero no encontró palabras.

—Jajajaja —mi risa resonó, imponente—. Me sorprendí igual que tú cuando descubrí tu identidad.

Ella me miró con una mezcla de desconcierto y... alivio. De pronto, sus labios se curvaron.

—Entonces... —dijo mientras reía también—, yo no estoy sola.

Su voz era alegre, llena de luz. Por primera vez desde nuestra llegada al caos, la risa compartida de dos dioses primordiales se escuchó con fuerza.

Y en esa risa, algo cambió.

Ya no éramos solo dos entidades poderosas.

Éramos compañeros. Dos almas reencarnadas. Dos titanes destinados a crear algo que trascendería todo lo existente.

El caos... tembló.

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