Los problemas parecían haber terminado. Todos estaban siendo llevados a sus respectivos lugares, y los mayores de Cresthaven y Redmire ya habían enviado a su gente y robots para recoger a Stiven, Clarence y Karla, llevándolos a las cámaras de recuperación.
Mientras tanto, en el otro laboratorio oculto del Dr. Fabián...
Dr. Fabián
—Ponlo en esa cámara de recuperación.
Colocan a Ryan dentro del tanque, donde comenzará a sanar sus heridas.
Silueta Verde
—Dr. Fabián, ¿por qué lo trajo? Pensé que lo dejaría atrás...
Dr. Fabián (mientras camina hacia otra cámara, seguido por la Silueta Verde)
—Espero que se una a nuestra causa. No quiero matarlo... su poder está creciendo incluso más de lo que imaginé.
Silueta Verde
—Sí, lo noté. Sus ganas de pelear alimentan perfectamente su energía.
Dr. Fabián
—Exacto. Su energía es más pura por haber estado tanto tiempo en la naturaleza... y expuesto a la radiación.
Espero poder controlarlo en los próximos días.
Pero por ahora, ve tú también a recuperarte.
Sin decir una palabra más, la Silueta Verde entra en su cámara. Mientras se recuesta, no deja de mirar al Dr. Fabián. El líquido curativo cubre su cuerpo rápidamente, y poco a poco, va perdiendo la conciencia.
La mañana llegó sin levantar demasiadas sospechas, aunque los cuidadores del bosque cercano —donde antes se encontraba el laboratorio del Dr. Fabián— habían escuchado ruidos extraños durante la madrugada.
El jefe de seguridad llegó al lugar junto al Mayor de Velkan. Ambos observaron los restos calcinados y la tierra removida donde alguna vez se erigía el laboratorio secreto.
Los mayores de Cresthaven y Redmire ya se encontraban reunidos en el laboratorio central, observando desde la sala de control cómo Stiven, Karla y Clarence eran tratados dentro de las cámaras de recuperación. Sus cuerpos, aún inestables, liberaban ligeras ondas de energía que fluctuaban con cada pulso.
Mayor de Cresthaven
—Es increíble… desatan energía pura sin siquiera estar conscientes.
Pero dime, ¿cómo vamos con las pruebas en humanos?
Mayor de Redmire
—Ya hablé con el equipo a cargo. Dicen que sería extremadamente peligroso intentarlo directamente… y aún nos tomaría demasiado tiempo estabilizar el proceso.
Por eso he redirigido la mayoría de los recursos al Proyecto R.
Mayor de Cresthaven (asintiendo)
—Tiene sentido. Las condiciones de ese proyecto... son mucho más prometedoras que replicar lo de ellos por la fuerza.
Mientras tanto, en la casa compartida del grupo, Carlos aún dormía profundamente, sin saber lo que había ocurrido durante la madrugada.
Por otro lado, Moisés, Lilian, David y Sofía ya estaban despiertos. Sin decir mucho, revisaban sus teléfonos, deslizándose entre noticias irrelevantes, ignorando el ambiente tenso que se sentía en el aire.
Pasaban los minutos en silencio, hasta que decidieron bajar a desayunar con sus familias… una comida más, una más de esas en las que cada bocado pesa más que el anterior.
El ambiente era incómodo. Incluso en sus propias casas, las críticas no paraban. Comentarios sobre su rendimiento, sus decisiones, su "actitud" como parte del equipo… les hacían sentir que algo estaba mal, aunque aún no sabían qué.
Nadie les había contado lo que había sucedido con Karla, Stiven, Clarence… ni que Ryan había desaparecido. Solo se sentía un silencio que presagiaba algo oscuro.
El sol ya se filtraba entre las ramas del bosque de entrenamiento. Moisés, con su traje deportivo y los guantes de energía puestos, escribió rápidamente en el grupo:
Moisés (mensaje):
"A las 10 en el bosque de entrenamiento. Confirmen o vamos directo a ver a Carlos."
Uno a uno comenzaron a llegar las respuestas.
Lilian (mensaje):
"Voy saliendo, necesito soltar algo de tensión."
Sofía (mensaje):
"Claro, entrenamos y luego vamos a ver cómo sigue Carlos."
David (mensaje):
"Confirmado. A ver si esta vez puedo romper más que hojas."
En menos de una hora, ya estaban todos reunidos bajo el claro del bosque. El ambiente era distinto; no hablaban mucho, pero sus miradas compartían la misma idea: algo estaba mal desde aquella noche.
Moisés se adelantó y lanzó el primer golpe al tronco reforzado que usaban como blanco. Su puño dejó un cráter en la corteza.
Moisés (serio):
—Vamos, no vinimos solo a mover los brazos. ¡A trabajar!
Lilian concentró su energía en el suelo, creando una pared de tierra sólida mientras Sofía, sin avisar, lanzó una serie de dardos de energía contra ella. La pared aguantó bien, pero dejó escapar algo de polvo brillante, muestra de que el esfuerzo aún no estaba refinado.
Sofía (jadeando):
—Tus barreras están mejor… pero siguen teniendo puntos débiles.
Lilian (concentrada):
—¿Y tú desde cuándo lanzas tres seguidos sin errar?
David (sonriendo mientras levantaba una capa metálica):
—¿Van a seguir echándose flores o entrenamos de verdad?
De pronto, el suelo tembló levemente. David, con su control del metal, había formado una estructura que parecía una armadura solo para su brazo . Caminó firme hacia Moisés.
David (desafiando):
—¿Listo para un uno contra uno?
Moisés (medio sonriendo):
—Tú lo pediste.
Ambos chocaron con fuerza. El golpe del brazo metálico de David contra el brazo energizado de agua de Moisés provocó un eco que resonó por todo el bosque. Sin embargo, ambos se detuvieron al escuchar una alerta en sus teléfonos.
Era un mensaje directo desde Redmire:
"Eviten salir solos. La situación aún no está controlada. Más detalles pronto."
Todos se miraron. El entrenamiento se detuvo por un segundo.
Sofía (preocupada):
—¿Creen que tenga que ver esas siluetas ?
Lilian (seria):
—Sea lo que sea… no puede ser coincidencia.
Moisés (cerrando los puños):
—Terminamos este entrenamiento y vamos directo con Carlos. Necesitamos respuestas. Y si nadie nos las quiere dar… las buscaremos por nuestra cuenta.
Todos estaban listos.
Sin decir una palabra, comenzaron a volar.
Pero de pronto, un ruido los hizo voltear hacia atrás.
Moisés descendió lentamente y comenzó a caminar con cautela.
—No veo nada... quizá solo fue el viento —murmuró.
Lilian, sin embargo, cayó suavemente al suelo.
Se llevó las manos a la cabeza.
Un zumbido, como voces mezcladas, resonaba en su mente.
Moisés se acercó preocupado.
—¿Qué te pasa? ¡Dime qué sucede!
Lilian entrecerró los ojos, confundida.
—Alguien... parece que alguien me está hablando...
—¿De qué hablas? —preguntó Moisés, frunciendo el ceño.
David bajó también y se dirigió directamente hacia el arbusto de donde creyó haber oído el ruido. No encontró nada.
Desde el cielo, Sofía mantenía vuelo bajo. Cuando David miró entre las ramas, ella vio algo.
Una sombra oscura se escabulló justo frente a los ojos de David, pero él no la notó.
—¿¡Qué fue eso!? —exclamó Sofía.
—¿El qué? —respondió David, desconcertado.
—¡Dime qué viste! —insistió él, alzando la vista.
Lilian se tambaleaba.
—Es demasiado fuerte… no puedo dejar de escucharlo…
—¿Escuchar qué? Aquí no hay nadie más —insistió Moisés, mirando a su alrededor.
—Parece que… me dice que nos vayamos…
—¿Qué estás diciendo?
David se elevó un poco más, intentando obtener una mejor vista del área.
Lilian, con la voz quebrada:
—¡Ya no puedo! ¡Esto duele!
(grita) —¡Sal de mi cabeza!
Los árboles alrededor de ella temblaron y dejaron caer hojas, como si una corriente invisible hubiese sacudido el bosque.
Sus compañeros sintieron la energía en su voz.
Moisés, preocupado y aún confundido, intentó ayudar.
—Dime, ¿de dónde lo oyes? ¿Solo en tu cabeza o de algún lugar?
—¡No lo sé! ¡No sé dónde está! Solo... ¡solo está en mi mente! —gritó ella.
David, desde arriba, no lograba ver nada anormal.
Moisés, sabiendo que algo podría pasar, comenzó a reunir agua alrededor.
Desde el lago y el arroyo más cercano, una pequeña corriente comenzó a moverse hasta donde él estaba, lista para ser usada si algo sucedía.
David y Sofía se mantenían atentos desde el aire, cada vez más preocupados por su amiga.
Lilian jadeaba.
—¡Déjame... déjame...! —repetía una y otra vez, presa de un dolor invisible que la consumía por dentro.
Moisés
—¿Cómo estás? Dime, ¿qué te dice?
Lilian
—Solo quiero que pare...
Mientras tanto, David bajó para ver si podía ayudar a Moisés a reducir el dolor de Lilian.
Sofía, desde el cielo, mantenía la vigilancia. Sin embargo, estaba visiblemente preocupada por su compañera.
Y en un parpadeo...
Ya la tenía de frente.
Se quedó impactada, sin palabras.
Silueta morada
—¡Váyanse de aquí!
Sofía
—¿Q-qué...? —dijo temblando, sin saber cómo reaccionar.
Lilian
—El dolor... se está reduciendo...
Moisés
—Eso me alegra.
Así como apareció, la silueta morada con el cabello largo, oscuro y brilloso... desapareció frente a los ojos de Sofía.
David, mirando hacia arriba:
—Oye, Sofía... ¿ves algo?
David notó algo extraño y se giró rápidamente:
—¡Moisés! ¿La viste? ¿Está asustada?
Moisés
—Genial… primero Lilian, ahora Sofía. Ve tú a ver qué tiene...
Lilian
—Eso fue... duro, Moisés...
Moisés
—Sí... me lo imagino.
Se levanta para ir a ver a Sofía, pero Lilian le toma la mano.
Lilian
—¿En serio solo yo escuché eso, Moisés?... Dímelo...
Moisés
—No te preocupes. Ya veremos qué pasa...
Pero justo cuando Moisés se volvió a mirar a su alrededor…
Lo vio.
Sofía aún no lo puede creer, pero le dice a David:
Sofía:
—Me dijo que nos fuéramos…
David, al verla nerviosa, la abraza y le responde con firmeza:
David:
—No tengas miedo, estamos juntos. No creo que nos pase nada, somos cuatro.
Sofía:
—Sí, pero… hay que irnos, David. Vamos con Moisés...
David:
—Sí, pero ya cálmate.
Sofía:
—Está bien, David…
(respira profundo)
—Es solo que… me sorprendió su rapidez, y que me hablara... Pero ya estoy más tranquila.
Mientras tanto, una figura oscura se aproxima. Es la silueta morada, de cabello largo y brillo negro. Camina con paso firme hacia ellos.
Moisés nota su presencia detrás de un árbol y se pone de pie, muy alerta.
Lilian:
—¿Qué estás viendo, Moisés?
Al voltear, Lilian también percibe a la misteriosa figura que se acerca. Sin previo aviso, la silueta morada levanta su mano y, usando su poder de manipulación de materia, lanza a Lilian hacia un lado con fuerza. Luego, atrae a Moisés directamente hacia ella, dejándolo paralizado frente a su presencia.
Moisés, lleno de rabia por lo que acaba de ver, intenta moverse, pero está inmovilizado.
Silueta morada:
—Lárguense de aquí… No deberían estar en este lugar.
Y sin más, lanza a Moisés contra un árbol con una fuerza brutal.
Desde el cielo, Sofía y David observan la escena con asombro e indignación. Deciden actuar: usando sus poderes, crean una esfera combinada de tierra y metal y la lanzan contra la silueta morada.
Moisés, furioso, comienza a emanar energía. Su cuerpo empieza a cubrirse con una especie de armadura orgánica que se forma a medida que su poder aumenta.
La esfera lanzada por Sofía y David es destruida en el aire por un solo movimiento de la silueta morada, quien luego los derriba a ambos usando su control de la materia, haciéndolos estrellarse violentamente contra el suelo.
Moisés, enfurecido, se lanza al ataque. Se enfrasca en un combate cuerpo a cuerpo con la silueta morada. Aunque recibe múltiples golpes, su armadura se vuelve cada vez más resistente. Finalmente, logra conectarle una rodilla al abdomen y un potente puñetazo al rostro, haciendo que la silueta retroceda varios metros.
Silueta morada (sorprendida):
—Increíble… Su resistencia… su cuerpo...
(al mirar al cielo)
—¿Pero qué es eso...? Esa nube no estaba allí hace un momento… Ya veo… este chico… él controla el agua. Esto se va a salir de control.
Silueta morada:
—Será mejor que me retire…
Pero Moisés no le da tiempo. Ataca de nuevo, decidido a no dejarla escapar.
Sofía, David y Lilian, ya recuperados, observan impresionados cómo Moisés ha despertado un nuevo nivel de poder. Su armadura es más firme y su determinación brilla con cada paso.
Antes de que la silueta morada pueda golpear de nuevo, una enorme lanza de hielo cae desde el cielo, enterrándose entre ellos dos. El golpe es tan potente que hace temblar el suelo.
Silueta morada:
—¿¡Pero qué…!?
Moisés siente cómo el agua lo rodea, lo obedece, y que la nube sobre él libera más estacas de hielo desde el cielo. Está en sincronía con la naturaleza.
Silueta morada, algo preocupada, rompe el hielo con un puñetazo, pero al mirar arriba ve que más estructuras de hielo están descendiendo. El clima parece haberse vuelto un aliado de Moisés… y eso cambia todo.