La revelación de que Steve Haines era el "Maestro de Marionetas" detrás de los O'Neil, utilizando a Michael para limpiar su propio desorden, encendió una fría furia en el corazón de Michael. Ya no se trataba solo de proteger a su familia o de ganar dinero; era una cuestión de supervivencia y de no ser el títere de nadie. El rancho de Blaine County se convirtió en el objetivo, pero el asalto tenía que ser una obra maestra de precisión y engaño.
Michael se reunió de nuevo con Lester y Franklin. Esta vez, Trevor también estaba presente, su mirada ansiosa por la "acción". Michael les presentó el plan, un esquema detallado de lo que él llamaba "La Caída del Nido".
"Aquí está la situación", comenzó Michael, señalando un mapa detallado del rancho. "Los O'Neil están atrincherados, protegidos por mercenarios bien armados. El arma prototipo está dentro. Y Haines está detrás de todo esto, usándonos. Nuestro objetivo no es solo recuperar el arma, es desmantelar esa operación sin dejar que el FIB, o Haines, nos vinculen directamente."
Lester asintió, su mente ya procesando la logística. "Así que, queremos entrar, salir, y que parezca que los O'Neil se autodestruyeron. O que fue un golpe de la competencia."
"Exactamente", dijo Michael. "Franklin, tu velocidad y tu habilidad con el francotirador serán cruciales. Te posicionarás en este punto elevado. Despejarás cualquier amenaza desde la distancia y cubrirás nuestra retirada. Nada de entrar en combate cuerpo a cuerpo innecesario."
Franklin asintió, concentrado.
"Lester", continuó Michael, "necesito que satures sus sistemas. Cámaras, comunicaciones, incluso sus vehículos. Quiero que estén ciegos y sordos, y que piensen que los están atacando de múltiples frentes. También necesito que tengas lista una señal de radio con una 'transmisión de emergencia' pregrabada, algo que parezca de otra facción, que culpe a otro grupo por el ataque. Para cuando el FIB llegue."
Lester sonrió, un brillo de genio en sus ojos. "Considera hecho. Serán sus peores pesadillas hechas realidad."
Entonces, Michael se giró hacia Trevor. La parte más arriesgada del plan. "Trevor, tú eres el elemento sorpresa. La clave de esta operación es la distracción masiva. Vamos a usar un camión cisterna. Lo llevarás a esta ubicación. Lo harás explotar. La explosión no es solo para el caos. Está diseñada para hacerlos correr en una dirección específica, hacia Franklin, y para crear un bloqueo en el camino principal."
Trevor sonrió, su rostro iluminado por la perspectiva de la destrucción. "Un camión cisterna... eso suena a mi tipo de fiesta, Michael. Mucho fuego."
"Pero esa es solo la distracción inicial", Michael advirtió, su voz grave. "Mientras ellos corren, Franklin te cubrirá. Y mientras las cosas se ponen realmente caóticas, Franklin y yo entraremos por aquí, en un acceso secundario que Lester ha identificado. Nos moveremos rápidamente, recuperaremos el arma, y saldremos. Tu trabajo es mantener la presión, asegurarte de que estén demasiado ocupados para vernos. Nada de entrar en el edificio principal, Trevor. No hasta que demos la señal. Y nada de matar mercenarios, solo incapacitarlos. Los O'Neil son tuyos, pero solo si se interponen directamente en nuestro camino."
Trevor gruñó, la restricción le picaba, pero la magnitud de la explosión prometida lo mantenía a raya. "Está bien, Michael. No mato a los matones del gobierno. Pero si me miran mal, es bajo mi responsabilidad."
La noche del asalto, la atmósfera en Blaine County era tensa. Michael y Franklin se posicionaron, observando el rancho fortificado. A la señal, Trevor, con una sonrisa salvaje, condujo un camión cisterna robado directamente hacia el flanco del rancho. El combustible se derramó, y con un solo disparo de su pistola, Trevor lo encendió.
La explosión fue ensordecedora, una bola de fuego que iluminó la noche y envió una onda de choque por todo el valle. Los mercenarios y los O'Neil salieron corriendo, aturdidos y desorientados, justo hacia la línea de visión de Franklin.
Franklin, desde su posición elevada, actuó con la precisión de un cazador. No mató, pero sus disparos bien colocados en las piernas y los brazos de los mercenarios crearon un caos aún mayor, inmovilizándolos y haciéndolos creer que estaban bajo un ataque masivo y coordinado. La "transmisión de emergencia" de Lester, sonando por las radios de seguridad del rancho, solo añadió a la confusión, culpando a una facción rival.
Mientras tanto, Michael y Franklin, bajo el manto del humo y el caos, se deslizaron por el acceso secundario que Lester había identificado. El rancho era una fortaleza, pero con los guardias concentrados en la explosión y las comunicaciones comprometidas, se movieron como sombras. Michael, con su conocimiento de la planificación de golpes, sabía exactamente dónde buscar el arma.
Encontraron el prototipo en un búnker subterráneo, una pieza de tecnología militar futurista. Michael la aseguró. Justo cuando se preparaban para salir, se toparon con un grupo de O'Neil, liderados por uno de los hermanos.
"¡De Santa! ¡Sabía que eras tú, cabrón!", gritó el O'Neil, levantando su arma.
Michael no dudó. No había tiempo para la contención. Disparó una ráfaga controlada, incapacitando a los O'Neil sin matarlos, pero dejándolos maltrechos. "Este es mi último mensaje, paletos. Si me buscan de nuevo, no les quedará dónde esconderse."
Salieron del rancho, Michael con el prototipo y Franklin cubriendo su retirada. Trevor, habiendo causado el caos suficiente, se había retirado a su vez, dejando un escenario de destrucción controlada que el FIB interpretaría como una batalla entre facciones.
De vuelta en Los Santos, Michael se reunió con Lester. "Lo tenemos. Y la información es más valiosa de lo que Haines piensa."
Lester asintió. "He plantado las 'pistas' adicionales. Los mercenarios y los O'Neil serán los chivos expiatorios perfectos. Y he encontrado algo más en sus comunicaciones, Michael. Algo que involucra directamente a Haines con un general corrupto del ejército."
Michael sonrió, una sonrisa fría y calculada. Tenía el arma, y tenía la palanca para Haines.
Al día siguiente, Michael se reunió con Dave Norton. Le entregó el arma prototipo, envuelta en una lona.
"Lo tengo", dijo Michael. "El arma. Y, por cierto, encontré algunas 'pistas' adicionales en el rancho. Parece que tus chicos de los O'Neil estaban trabajando con un general corrupto y un grupo paramilitar. Esos son los verdaderos culpables. Y te sugiero que investigues a fondo a ese general. Parece que está metido hasta el cuello en algo mucho más grande. Y Haines... quizás deberías echar un ojo a sus contactos también."
Dave tomó el paquete, su rostro impasible, pero Michael notó una leve contracción en su mandíbula. Había entendido el mensaje. Michael le había dado la victoria que necesitaba, pero también le había dado una advertencia, y una munición para usar contra su propio agente corrupto.
Michael regresó a la mansión. Se sentía agotado, pero también satisfecho. Había protegido a su familia, había cumplido con Haines, y había ganado ventaja. El juego se volvía más complejo, pero Michael De Santa ya no era un jugador pasivo. Estaba reescribiendo las reglas.