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Chapter 44 - Capítulo 42: Pluma teñida en sangre

Morioh, 1999 – Día 5 (Segundo bucle)

La primera luz del amanecer bañaba Morioh con una suavidad que contrastaba con la tensión latente en cada sombra. Para Yoshikage Kira, ese día repetido ya no ofrecía ningún consuelo. El agotamiento pesaba en sus ojos, sus manos temblaban por la presión insoportable que cada ciclo añadía sobre sus hombros.

Se incorporó lentamente en la cama, mirando las líneas familiares del techo con respiración agitada. Killer Queen apareció tras él, inquieto, atento a cualquier amenaza. Pero esta mañana no era igual a las anteriores. Había algo extraño, algo oscuro impregnando el aire.

En el espejo frente a él no había ningún reflejo anormal. Por primera vez en días, Leo no estaba allí. La tranquilidad momentánea hizo que su pecho se comprimiera con una mezcla perturbadora de alivio y sospecha.

Mientras tanto, desde las sombras más profundas de la habitación, una figura lentamente se materializaba sin el más mínimo ruido. Leo surgió como un fantasma emergiendo de tinta negra, con una expresión tan fría como la lápida de un cementerio olvidado.

—Qué frágil es tu tranquilidad, Kira —susurró Leo, su voz una melodía oscura resonando suavemente en la habitación—. Tan fácil de destruir.

Kira giró con un sobresalto violento, Killer Queen reaccionando instantáneamente, dispuesto a atacar. Pero Leo no dio oportunidad alguna. Extendió su mano lentamente y, antes de que el Stand pudiera actuar, una presión irresistible envolvió a Kira, congelándolo en una postura dolorosa, suspendido como una marioneta por hilos invisibles.

—¡¿Qué... qué haces?! —rugió Kira con voz ahogada, desesperado por liberarse del agarre narrativo invisible—. ¡Suéltame, maldito!

Leo ignoró por completo sus gritos. Sus ojos brillaban con un destello frío e indiferente, como un autor que ya ha decidido el destino cruel de un personaje que ha agotado su interés.

—Ya no más juegos, Yoshikage Kira —su tono era profundo, inexorable—. Ahora te escribiré el final que mereces.

En otro extremo de la ciudad, Lisa Lisa se estremecía con fuerza al levantarse, sintiendo un escalofrío que le erizó la piel entera. Algo terrible estaba ocurriendo, algo irreparable.

—Leo… —murmuró con voz angustiada, sabiendo en lo profundo de su ser que él ya no escuchaba—. ¿Qué estás haciendo?

Hayato despertó abruptamente, mirando la ventana, sintiendo cómo el aire se espesaba a su alrededor. Sabía, sin duda, que algo había cambiado en esta repetición, algo oscuro y definitivo.

En la habitación de Kira, Leo continuó su obra despiadada. Con una calma perturbadora, hizo aparecer Heaven's Door, que emergió desde la palma de su mano como un libro de páginas negras escritas con tinta roja. Sin compasión, apoyó los dedos sobre el rostro aterrorizado del asesino.

La piel y la carne de Kira comenzaron a abrirse lentamente, como un libro cuyo papel se rasga, mostrando líneas escritas en sangre bajo su superficie. Kira gritó con una desesperación inimaginable, incapaz de apartar la vista de la narrativa de su propia vida expuesta crudamente ante él.

—Veamos… —Leo leyó con tono neutro, indiferente al horror que infligía—. "Yoshikage Kira vivió una existencia patética, escondiéndose tras máscaras y sombras. Jamás obtuvo paz, solo mentiras."

Leo levantó una ceja con desdén, su rostro marcado por una repulsión elegante.

—Una vida banal y grotesca hasta el final —comentó con calma sombría—. Hora de cerrar tu capítulo para siempre.

Con precisión quirúrgica, Leo reescribió con lentitud y deleite perverso, tachando y modificando palabras hasta que los gritos del asesino se convirtieron en súplicas sin sentido. Killer Queen se agitaba violentamente, pero Leo simplemente levantó su mano izquierda, activando The World Over Heaven.

El tiempo se congeló abruptamente. El aire se volvió frío y quieto como un mausoleo sellado. Killer Queen quedó paralizado, impotente ante el poder absoluto del narrador.

Leo contempló su obra con satisfacción macabra. Kira, completamente inmóvil en el tiempo detenido, tenía sus ojos desencajados y horrorizados. La piel abierta revelaba un texto desfigurado que narraba únicamente muerte y dolor perpetuo.

—Tu existencia ha sido borrada del libro principal. No quedará huella de tu nombre —susurró Leo con una frialdad absoluta—. Ahora, para asegurar tu final definitivo…

Extendió su mano, liberando The Archive Over Void, que se desplegó como una espiral negra y dorada alrededor del cuerpo del asesino. Lentamente, comenzó a devorar cada fragmento de Kira, borrando meticulosamente la materia y el alma del hombre que tanto deseaba vivir tranquilo.

Kira sintió cómo cada célula de su cuerpo se deshacía lentamente, consumida por un vacío helado que destruía incluso la memoria de su existencia. Su mente se despedazó, sus recuerdos y sentimientos fueron brutalmente extraídos, dejando solo un vacío insoportable donde antes habitaba su consciencia.

Leo permanecía quieto, observando impasible cómo el último vestigio del asesino desaparecía en la nada absoluta. No sentía remordimiento ni culpa; su rostro reflejaba únicamente satisfacción tranquila, la cruel certeza de haber ejercido justicia literaria absoluta.

Y entonces, justo cuando la última chispa de vida de Kira fue absorbida…

[Sistema: Absorción exitosa.]

Habilidades integradas: Killer Queen, Sheer Heart Attack, Bites the Dust.

[Actualización de sinergia de archivo iniciada…]

[Autoridad narrativa: +10%]

Una ligera onda de energía recorrió el cuerpo de Leo. La silueta espectral de Killer Queen se fracturó y reformó por un instante en su espalda, como si su esencia hubiese sido escrita en las páginas vacías del Archivo.

El silencio cayó como un telón pesado sobre la habitación vacía.

En la calle, Lisa Lisa corría desesperada, deteniéndose abruptamente frente a la casa Kawajiri. Sus sentidos agudizados percibían que algo atroz había ocurrido. Sus hilos de plata vibraban con pánico contenido.

Hayato, desde su ventana, miraba la calle con ojos muy abiertos, sabiendo instintivamente que esta vez, el ciclo había terminado de la manera más definitiva posible.

Leo abandonó la casa Kawajiri caminando lentamente hacia la luz matinal, el aire frío acariciando su rostro impasible. Su corazón no latía con aceleración alguna; sentía únicamente la satisfacción profunda del deber cumplido con crueldad exquisita.

Se detuvo un momento, cerrando los ojos para saborear la quietud que ahora reinaba en Morioh. Una leve sonrisa oscura curvó sus labios.

—Un final adecuado para un monstruo insignificante —susurró con fría satisfacción, caminando hacia Lisa Lisa, que lo miraba con una mezcla de miedo y asombro.

—Leo… ¿qué hiciste? —preguntó ella con voz temblorosa.

—Lo necesario —respondió él suavemente, con un brillo helado en su mirada—. Yoshikage Kira nunca mereció un destino amable.

Lisa Lisa permaneció callada, observando a Leo con una nueva comprensión sombría. Entendía, ahora más que nunca, que la pluma del narrador podía ser tan cruel como poderosa, tan despiadada como definitiva.

Y mientras la luz del amanecer bañaba lentamente las calles de Morioh, un nuevo día comenzaba en silencio, teñido por la oscura satisfacción del narrador que finalmente había impuesto su voluntad más absoluta.

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