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Chapter 17 - DOS NUEVAS PROMESAS

El anuncio

El campo de batalla volvía a prepararse. El sol atravesaba las ventanas altas del coliseo de Yureisyn, pintando de oro las gradas y el círculo mágico donde se libraban los duelos.

—¡Siguiente combate! —tronó la voz del árbitro.

En la esfera mágica, los nombres brillaron:

Hinata Hoshino – Primer año, Casa Lirien

vs.

Velk Trüm – Segundo año, Academia Dälmra

El público murmuró con intensidad. Un combate desigual, al parecer. Velk era conocido por su fuerza bruta y su dominio de la magia de roca endurecida. En cambio, Hinata, de solo siete años, tenía fama de ser la más pequeña participante del torneo.

—¿Están locos? ¿Van a dejar que esa niña entre ahí?

—¿Quién se supone que es, la mascota de su academia?

Los murmullos se multiplicaron como cuchillas en el aire.

Desde las gradas, Sakura se tensó, pero Ibuki mantenía el rostro sereno.

—Dejen que lo vean —dijo con voz grave—. Dejen que vean de qué está hecha una Hoshino.

El encuentro

Hinata caminó con pasos tranquilos, su varita en mano, su vestido blanco reforzado con capas de runas sutiles. Su mirada era calma. Elegante. Inquebrantable.

Del otro lado, Velk flexionaba sus músculos, riéndose en voz alta.

—¿Qué es esto? ¿Un show para entretener a los críos? ¿Estás segura de que quieres esto, chiquilla?

Hinata no respondió. Simplemente activó su círculo rúnico a sus pies.

La señal se dio.

¡El combate comenzó!

El despertar de una flor

Velk cargó como un toro. Su brazo se convirtió en roca viva, apuntando directo a aplastar el escudo de Hinata. Pero justo antes del impacto, el suelo se congeló en un instante.

Velk resbaló, perdiendo el control.

—¿Hielo? ¡Qué...!

Hinata ya había retrocedido y alzó su varita.

Un conjunto de runas en espiral emergieron del aire, colocándose alrededor del campo de forma precisa. Su voz sonó clara, casi musical:

—Runa de retención, Nix Sigma.

—Trampa direccional, Trina de Invierno.

—Límite Mágico: ¡Reflejo Fractal!

Una prisión de espejos congelados se alzó en torno a Velk. Este intentó destrozarlos a puñetazos, pero cada golpe rebotaba en otras direcciones. Una, dos, cinco ilusiones de Hinata aparecieron y se desvanecieron a su alrededor.

—¡Qué tipo de magia es esta…! —bramó Velk, ya frustrado.

Desde la barrera ilusoria, Hinata lanzó una bola de nieve condensada que impactó directo en el pecho de Velk. Al contacto, se volvió hielo sólido, envolviendo sus piernas.

Hinata apareció entonces frente a él, apuntándole con la varita.

—Debes aprender que subestimar a alguien por su tamaño… —dijo suavemente— es la forma más segura de perder.

Activó su última runa.

—¡Congelación absoluta: Kōri no Sakura!

Una lluvia de pétalos de hielo descendió en espiral. Al tocar a Velk, se adhirieron como cuchillas mágicas. El árbitro levantó la mano de inmediato.

—¡Hinata Hoshino gana el combate!

Reacciones

El coliseo estalló en asombro. Los murmullos se convirtieron en aplausos. Algunos no sabían si gritar, reír o quedarse boquiabiertos.

Desde las gradas, Edu se tapó la cara con ambas manos.

—Primero Zuzu me humilla… y ahora mi hermanita menor congela a un tipo dos años mayor frente a miles de personas…

Tetsuo se inclinó hacia él, divertido.

—¿Y tú pensabas que serías el único Hoshino con fama?

Mina, que había estado anotando todo como loca, cerró su grimorio y exhaló:

—No solo congeló el campo. Usó las ondas térmicas del estadio para crear una trampa inteligente. Su precisión es brutal para alguien tan joven…

Daiki sonrió satisfecho:

—Hinata no lucha como una niña. Lucha como un estratega. Se ganó su lugar.

Cuando Hinata volvió a la zona de espera, todos la recibieron con vítores. Incluso Zuzu maulló con pereza en su regazo como si la felicitara.

Ibuki cruzó los brazos, satisfecho.

Sakura se limpió una lágrima, orgullosa.

El rugido de los titanes no era solo de fuerza.

También era de inteligencia, magia refinada y sangre de linaje noble.

Y mientras la siguiente batalla se preparaba, una cosa era clara:

Los Hoshino no habían venido a participar.

Habían venido a dejar huella.

El turno de Kenji

La multitud aún vibraba con los ecos del combate anterior. Pero el nombre que ahora brillaba en la esfera mágica generó un nuevo nivel de expectativa:

Kenji Hoshino – Primer año, Casa Yurei

vs.

Rulven Karth – Segundo año, Academia de Lhozein

—¡¿Kenji Hoshino?! ¡Es el hermano del chico del aura carmesí y de la niña de los pétalos de hielo!

Kenji entró al campo con una expresión calmada. Sus guantes negros, decorados con patrones de viento y corte, brillaban ligeramente bajo el sol. Y en su mano derecha, su anillo.

Rulven, un chico más alto y robusto, con armadura ligera y una espada curva, lo miró con arrogancia.

—No eres tu hermano mayor, mocoso. No me impresiona tu apellido.

Kenji solo sonrió con confianza.

—Qué bueno. Así no tendrás excusas.

El combate comienza

El silbato sonó.

Rulven cargó de inmediato. Su espada relampagueó con magia ígnea, cortando el aire con violencia. Kenji retrocedió con agilidad, su estilo defensivo evitando cada tajo con movimientos fluidos.

—¿Solo vas a esquivar? —gruñó Rulven.

—No. Estoy esperando a que te canses de jugar al fuego.

Kenji golpeó el suelo con el talón.

—Estilo del Viento Cortante: Hojas Ascendentes.

Una ráfaga afilada surgió desde abajo, haciendo que Rulven saltara para evitarla. Pero en el aire, quedó completamente abierto.

Kenji apareció a su espalda en un parpadeo.

—Golpe Fantasma.

Un puñetazo potenciado por magia de presión impactó en la espalda del oponente, lanzándolo contra la barrera del estadio. El público estalló en vítores.

Rulven se reincorporó, sangrando.

—¡Bastardo…!

—No digas que no te advertí.

Rulven lanzó una secuencia de cortes a distancia, llenando el campo de estelas de fuego. Kenji trazó una espiral con sus brazos.

—Danza del vendaval: Vórtice Circular.

El viento devoró las llamas, envolviéndolo en una corriente giratoria que lo impulsó hacia adelante. Kenji apareció frente a Rulven y con una técnica precisa, lo desarmó, lo tumbó al suelo y le puso un guante en el cuello.

—Ríndete.

El árbitro no tuvo que esperar la respuesta.

—¡Victoria para Kenji Hoshino!

Las gradas rugieron.

La ovación

En las gradas, Sakura cubría la boca con orgullo, e Ibuki sonreía con satisfacción contenida.

Hinata aplaudía con entusiasmo, mientras Edu observaba en silencio, apretando su propio puño.

—Está creciendo muy rápido —murmuró.

Tetsuo, junto a él, asintió.

—Y con una precisión que da miedo…

Mina garabateaba como loca.

—Sus técnicas de presión con viento son de nivel avanzado. ¡Esto es brutal!

Daiki rió.

—Tres hermanos, dos victorias. Qué combo.

Solo faltas tu Edu.

Zuzu bostezó sobre los pies de Edu.

En otro lugar…

A kilómetros de la academia, en una zona olvidada del continente, los rayos del sol apenas tocaban las ruinas del Santuario de Oszmah, sellado por generaciones.

Una figura de túnica negra y máscara de hueso descendía los escalones agrietados de un altar oculto, portando una lámpara con fuego azul.

—Ya casi es tiempo —murmuró con una voz gutural.

Frente a él, un inmenso mural de piedra representaba a una criatura sin rostro, con diez ojos esparcidos como joyas. La figura extendió un mapa, señalando los nombres de ciertos lugares… y sobre uno, un punto ardía con rojo carmesí:

Academia Yureisyn.

Comenzó a trazar símbolos en el suelo. Un círculo de invocación, rodeado de sellos de contención corroídos por los siglos.

—Han despertado tres fragmentos —susurró—. Y pronto, el Don volverá a abrirse. Solo necesito un sacrificio más…

Activó el ritual. La oscuridad respiró.

Mientras el coliseo celebraba la gloria de los Hoshino y la promesa de los jóvenes titanes…

…una puerta sellada comenzó a agrietarse lentamente en las profundidades del mundo.

Y los ojos de algo que no debía despertar…

se abrieron.

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