La noche de Halloween en Nueva York era usualmente una celebración de disfraces y dulces, pero para Peter, era la noche en que la pesadilla de Norman Osborn se manifestaría. Su sentido arácnido había estado en constante zumbido durante días, una orquesta cacofónica de advertencias que culminaría esta noche. Había monitoreado las comunicaciones de Oscorp, notando un patrón errático en los movimientos de Norman, entradas y salidas a horas inusuales, y el consumo de energía en un laboratorio secreto que no aparecía en los planos oficiales.
La primera señal pública fue un mensaje grabado, distorsionado y gutural, que se transmitió por todos los canales de noticias, interrumpido el desfile de Halloween. Una risa maníaca, seguida de la voz distorsionada: "¡Ciudad de Nueva York! ¡Se ha subestimado el verdadero poder! ¡Pronto, el Duende os mostrará el camino!"
Peter, ya en su traje de Spider-Man, estaba encaramado en un rascacielos cercano al desfile. Vio la sombra. Un planeador metálico, de diseño agresivo y aerodinámico, se cernía sobre el cielo nocturno. Sobre él, una figura vestida de verde y morado, con una máscara grotesca y una sonrisa tallada. El Duende Verde.
El Duende lanzó una bomba de calabaza, pero no hacia la multitud. La dirigió hacia una serie de farolas en la calle adyacente, creando una explosión controlada que causó pánico, pero no heridos graves. Era un mensaje, una demostración de poder.
"¡Spider-Man! ¡El insignificante entrometido! ¡He escuchado rumores de tus pequeños trucos! ¡Pero no eres rival para el intelecto y el poder del Duende Verde!" la voz, aunque distorsionada, tenía el eco de la arrogancia de Norman.
Peter se lanzó. No con imprudencia, sino con un plan. Su objetivo no era solo detener al Duende, sino exponerlo y, si era posible, salvar a Norman de sí mismo sin matarlo.
"¡Norman, para con esto!" gritó Peter, sabiendo que la voz distorsionada de su máscara era irreconocible. Disparó una telaraña de alta tensión, apuntando a los alerones del planeador, intentando desestabilizarlo.
El Duende, sin embargo, era más ágil de lo que el Peter original recordaba. Esquivó la telaraña y lanzó una ráfaga de fuego desde las palmas de sus guantes. Peter lo evadió con un salto mortal, su sentido arácnido gritándole la trayectoria.
La persecución se convirtió en un caos controlado por el Duende. Lanzaba bombas de calabaza a puntos estratégicos, derribando postes de luz o destruyendo pequeños vehículos abandonados, todo para crear una distracción y demostrar su poder, sin el deseo directo de matar civiles por ahora.
Peter, por su parte, utilizaba sus telarañas de manera defensiva. Creó escudos improvisados para proteger a los civiles que huían, desvió escombros y, más importante, intentó acercarse al Duende para un ataque más dirigido. Recordaba los puntos débiles del planeador y las vulnerabilidades del suero.
Finalmente, Peter logró acercarse lo suficiente. Disparó una serie de telarañas conductoras a los motores del planeador, intentando crear un cortocircuito. El Duende, furioso, se descontroló por un momento.
"¡Insolente!" rugió, mientras el planeador comenzaba a echar humo. Lanzó una última bomba de calabaza, directamente a Peter.
Pero Peter ya había previsto el movimiento. La atrapó con una red densa de telaraña y, con un giro rápido de su muñeca, la lanzó de vuelta al Duende. El villano, sorprendido, intentó esquivarla, pero la bomba explotó cerca del planeador, haciéndolo caer.
El Duende Verde se estrelló en un callejón oscuro, su planeador destrozado. Peter aterrizó a su lado, preparado para el asalto final. Sin embargo, cuando se acercó, vio al Duende retorcerse, la máscara rota, revelando el rostro contorsionado de Norman Osborn. Sus ojos estaban inyectados en sangre, su piel pálida, y balbuceaba incoherencias. El suero lo había enloquecido.
"Norman..." Peter se agachó. No había victoria en esto. Solo tristeza.
Los gritos de las sirenas se acercaban. Peter sabía que no podía dejar a Norman allí, pero tampoco podía exponerlo así. Con un último acto de precisión, Peter disparó una telaraña no letal pero inmovilizadora que envolvió completamente a Norman, cubriéndolo para que nadie pudiera ver su identidad, mientras los equipos de rescate llegaban al lugar. Dejó una nota anónima con información sobre los efectos del suero, esperando que los médicos pudieran entender lo que le pasaba.
Desde las sombras, Peter observó cómo se llevaban a Norman. La batalla había terminado, pero la guerra apenas había comenzado. El Duende Verde había sido derrotado, pero la oscuridad que lo creó aún acechaba.