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Chapter 6 - Chapter 4: 2/2 The Pattern Hunt and the Infinite Dream

Capítulo 4: La búsqueda de patrones y el sueño infinito

De repente, Elías ocultó rápidamente sus dibujos con barro al notar una voz nueva y desconocida. Una chica mayor que él pasó cerca, rozando su cabeza con el pecho mientras decía: «¡Qué chico tan guapo!», mientras hablaba con sus amigos sobre el pueblo y el servicio comunitario. Elías comprendió instintivamente la dinámica social, la trivialidad de su conversación desde su perspectiva. Fingió ser un niño común y corriente, con el rostro como una máscara neutral de desinterés, completamente impasible ante su presencia. «Interacciones sociales: bajo rendimiento de datos, alto gasto de energía para la mímica», concluyó su procesador interno. Se distanció, volviendo de nuevo a la familiar soledad de la granja.

Su frialdad inherente y su falta de sentido común convencional hicieron de Elias un buscador excepcional de la verdad, libre de las normas sociales y los prejuicios emocionales. Se había acostumbrado a la monotonía de la vida rural , un telón de fondo constante para su floreciente intelecto. Los problemas predecibles de los vecinos, las labores constantes y rítmicas de sus padres en la granja: estos elementos, aunque repetitivos, moldearon silenciosamente su carácter , inculcando un profundo aprecio por los patrones fundamentales y la eficiencia.

Impulsado por un ansia insaciable de conocimiento, se propuso encontrar más información. Empezó a aprender física, química y biología desde cero , descifrando sus principios fundamentales solo por instinto, sin siquiera conocer sus nombres formales. «Categorización de interacciones elementales», los etiquetaba su mente, estableciendo axiomas fundamentales. Para romper con la rutina, e impulsado por una nueva hipótesis, intentó remodelar otra radio vieja para su padre , buscando activamente componentes ocultos e ideando maneras de reutilizar materiales desechados. «Optimización de materiales para un reensamblaje funcional», pensó, analizando meticulosamente cada pieza.

Las fuerzas indómitas de la naturaleza siguieron siendo sus maestras más cautivadoras. La lluvia, en particular, provocaba en Elias reacciones fisiológicas únicas, un profundo placer por la investigación. No solo veía agua; veía complejas interacciones moleculares, la energía cinética de cada gota, el intrincado ciclo hidrológico. «La fuerza bruta de la tormenta, una variable incontrolable, pero sus componentes cuantificables», reflexionaba, mientras una oleada de dopamina recompensaba esta profunda interacción con lo desconocido. Lo consumía el reto de comprender lo inexplicable, la belleza caótica que llevaba su mente analítica al límite. Su cuerpo físico, aún débil y en desarrollo, anhelaba constantemente mejorar, convertirse en un vehículo más eficiente para sus ilimitadas búsquedas mentales. «El vehículo debe estar a la altura de la capacidad de procesamiento», se instaba en silencio, planeando futuros microejercicios invisibles.

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