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Chapter 15 - ECOS DE LO ANTIGUO

El rugido del público estremecía el aire de la Arena Principal de la Academia Yureisyn. Era el segundo día del gran Torneo de Academias, y aunque el evento reunía a los mejores jóvenes combatientes del continente, todos sabían que los verdaderos duelos aún estaban por venir.

Edu, como siempre, estaba en lo alto de la gradería, cruzado de brazos y con expresión serena. Mina a su lado intentaba descifrar los hechizos que los participantes usaban, mientras Daiki gritaba de emoción por cada ataque impresionante. Tetsuo, con una expresión contenida, analizaba silenciosamente cada movimiento.

—¿En que piensas hoy, Edu? —preguntó Mina sin mirarlo directamente.

—Estoy observando.—respondió él sin apartar la vista del campo—.

Hinata, sentada con Zuzu en su regazo, giró los ojos.

—"Observando"… Siempre tan misterioso. Podrías disfrutar el espectáculo como una persona normal.

Zuzu, con total descaro, robó un bocado de pan de Mina sin que esta se diera cuenta. Tetsuo rió en voz baja.

En el campo de batalla, los enfrentamientos eran cada vez más intensos. Magia elemental danzaba en el aire, armas encantadas chocaban, y las estrategias se volvían más elaboradas. En especial destacaban los duelos de academias extranjeras, con estilos poco comunes que asombraban a todos.

Uno de los combates más impresionantes fue entre un estudiante de la Academia Wulfen y una prodigio de la Escuela del Loto Carmesí. La pelea fue tan rápida y precisa que arrancó una ovación completa del público. Pero en medio de la euforia, Edu frunció el ceño.

—¿Lo viste? —susurró.

—Sí —respondió Renji—. Esa chica utilizó un conjuro de alma prohibido. Fugazmente, pero lo usó.

Mina se quedó helada. Las técnicas de alma eran clasificadas, y solo los más expertos sabían siquiera nombrarlas.

—Esto se está complicando… —dijo Edu, bajando la mirada.

Presagios en la Bruma

La noche cayó sobre Yureisyn. Los participantes descansaban, pero el ambiente estaba cargado. Algunos lo atribuían a los nervios del torneo, pero los más sensibles percibían otra cosa: algo antiguo, oculto… y observador.

Kenji había regresado de entrenar. Su cuerpo estaba empapado en sudor, pero sus ojos reflejaban una concentración inquebrantable.

—¿Te esforzarás hasta romperte? —le dijo Hinata, entregándole una toalla.

—Edu lo haría —respondió con firmeza, sin dejar de mirar al cielo—. No puedo quedarme atrás.

En ese momento, una explosión sacudió levemente la zona de los dormitorios. Todos corrieron hacia el lugar. No fue un ataque, sino un accidente mágico durante un entrenamiento… o eso dijeron los profesores.

Pero Daiki notó algo extraño. Entre los restos, había huellas… con garras.

Edu, sin decir palabra, observó el rastro. No le gustaba. Había algo familiar en esa presión mágica. Algo que no debía estar allí.

—Esto ya no es solo un torneo —murmuró.

Zuzu, que estaba subida en el hombro de Hinata, soltó un leve maullido, como si también hubiera notado algo. Sus ojos, normalmente perezosos, estaban afilados como cuchillas.

En ese momento, una figura encapuchada fue vista cerca del límite del bosque que rodeaba la academia. Los guardias salieron en su persecución… pero desapareció sin dejar rastro.

Mina apretó el brazo de Edu.

—¿Qué crees que sea?

—Una advertencia. Algo viene.

La noche cerró con silencio tenso.

El público no lo sabía, pero mientras todos esperaban ver quién sería el campeón del torneo… otras fuerzas se movían entre las sombras, buscando algo mucho más valioso que una victoria: los fragmentos del Don.

Al día siguiente en horas de la mañana antes de empezar con la segunda fase del torneo. Se emite un aviso importante:

"Clase especial obligatoria para todos los estudiantes".

Escenario: Aula Magna de la academia mágica Yureisyn.

Escena 1:

"La Maestra de los Ecos"

La profesora Serika Naozumi, una figura etérea de cabello oscuro recogido, piel clara y ojos esmeralda, camina entre las filas de estudiantes con un bastón cubierto de símbolos celestiales.

Serika (voz firme y pausada):

—Hoy estudiaremos lo que ninguna otra clase se atreve a enseñar.

La guerra que partió los cielos y corrompió la tierra:

La Guerra Celestial.

Edu, Kenji, Hinata, y sus amigos se acomodaron juntos en sus asientos.

Zuzu ronronea en el regazo de Hinata. Aunque parece relajada, abre los ojos inquieta, como si percibiera algo.

Escena 2: "El Dios Caído"

Serika activa un sello dorado sobre el suelo. La sala se oscurece y el techo se disuelve mágicamente, mostrando una proyección viviente del firmamento antiguo.

Serika:

—Hace milenios, existía un ser tan hermoso y perfecto en el mundo celestial.

Su fuerza era incomensurable al punto de ser mano derecha del Dios supremo.

Un ser conocido solo como Luzbel, cuya luz tocaba todos los reinos.

La imagen muestra un ser resplandeciente que irradia armonía sobre el mundo.

—Pero esa luz… deseó más. Trascender incluso la voluntad del Dios Supremo.

Violó las leyes eternas, quebró los equilibrios y desafió el orden.

—Como castigo, el Dios Supremo, cuyo nombre jamás se pronuncia, lo destronó y lo arrojó a la tierra.

Su divinidad se corrompió. Su alma se desintegró. Y en su lugar, nacieron los Diez Reyes Demoníacos del abismo.

Escena 3: "Los Reyes del abismo"

El cielo proyectado se tiñe de rojo. Se ven diez tronos oscuros, donde se sientan diez siluetas, con formas sombidas y coronas retorcidas.

Serika:

—A este grupo se le conoció como "Los Reyes del Abismo", demonios que tomaron forma a partir de los fragmentos del alma del Dios Caído.

De ellos, solo se conocen cuatro nombres, Verakar el mutilador, Yszirah la dama pálida, Barakaon la sangre negra y Thalzaeth el rey del caos

Serika:

—De los otros seis... no hay registros confiables. Algunos dicen que fueron sellados antes de revelar sus nombres. Otros... que aún caminan entre nosotros.

Los estudiantes se estremecen. Daiki baja la mirada, pensativo.

Hinata aprieta la mano de Kenji sin que él lo note.

Edu guarda silencio. Mira las siluetas con una inquietud inexplicable.

Escena 4: "Los Diez Arcángeles"

Un nuevo círculo mágico aparece sobre el aula. De él emergen figuras doradas con alas majestuosas y armaduras vivas.

Serika:

—Para impedir que el Dios Caído destruyera la tierra tras su caída, el Dios Supremo envió a sus 4 servidores más leales.

Los Arcángeles, rango supremo de la Orden Celestial.

Cada uno portaba un arma de luz forjada con su esencia. Sus nombres no pueden pronunciarse sin permiso, pero sus títulos permanecen:

N.º Título del Arcángel—Dominio Sagrado

I El Escudo del Juicio—Defensa celestial

II El Cántico de la Verdad— Verdad y luz

III La Lanza de la Pureza— Guerra santa

IV El Guardián de la Eternidad—Tiempo y permanencia

—Ellos descendieron para sellar los fragmentos del Dios Caído y luchar contra los Reyes del Abismo en una guerra que duró siglos.

Escena 5: "¿Verdad o Recuerdo

Olvidado?"

La imagen desaparece. Solo queda silencio.

Los alumnos están visiblemente afectados.

Mina

—¿Cómo sabemos que eso pasó realmente?

—Solo es mito exagerado que nos cuentan de niños…

Serika (con voz fría):

—Los mitos no dejan cicatrices en el plano mágico.

¿O acaso crees que las Cavernas de los Demonios salieron solas?

Zuzu maúlla bajito. Hinata la abraza con fuerza.

Kenji:

—Si los demonios fueron sellados... ¿por qué deberíamos preocuparnos?

Serika:

—Porque el sello fue incompleto.

El Dios Caído aún sueña… y cuando despierte, los fragmentos buscarán cuerpo.

—Clase terminada.

Los que escucharon, recordarán.

Los que olviden... serán los primeros en caer.

Ahora prepárense para la sieguite fase del torneo.

Y así terminó la mañana antes del torneo, con un mito que nadie se imaginaba terminaría renaciendo más rápido de lo normal.

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