Cherreads

Chapter 34 - Capítulo 32: El que vive con otro rostro

Morioh, 1999.

La brisa de la mañana traía olor a pan recién horneado y al tenue humo de las cafeteras matinales. Los estudiantes cruzaban las calles en fila, los vendedores abrían tiendas, y los autos pequeños de la región circulaban con esa calma de ciudad costera.

Pero algo... había cambiado.

En el corazón del pueblo, junto a una pequeña fuente cercana a la estación, un grupo se había reunido en silencio. Todos estaban de pie. Quietos. Como un comando improvisado.

Jotaro Kujo, con su gabardina blanca agitada por el viento, tenía los ojos clavados en una fotografía.

A su lado, Josuke Higashikata fruncía el ceño, las manos en los bolsillos, caminando en círculos.

Koichi Hirose miraba al suelo. Tenía una expresión extrañamente madura, como si hubiera envejecido años en semanas.

Rohan Kishibe, ligeramente separado, hojeaba su cuaderno de bocetos con una expresión de odio mal disimulado.

La imagen mostraba a Yoshikage Kira, como había sido. Su rostro. Su estilo pulcro. Su expresión perturbadoramente normal.

Pero ya no servía.

—...usó a ese Stand, Cinderella —murmuró Jotaro, sin levantar la voz—. Le pidió a Aya Tsuji un nuevo rostro. Le cambió las huellas. Todo. Como si hubiera nacido de nuevo.

—¿Y cómo demonios se supone que vamos a encontrar a un asesino... que ya no existe? —soltó Josuke, con los dientes apretados.

—No está muerto —añadió Koichi, mirando la foto como si esperara que esta le hablara—. Solo... se convirtió en otro.

Nadie respondió.

Porque no había respuesta.

A dos cuadras de allí…

Leo emergió de la grieta dimensional con un solo paso. Silencioso. Preciso.

La acera estaba fresca. El aire era real. El cielo azul, las nubes suaves, las sombras funcionaban como debían.

Lisa Lisa cayó a su lado, aterrizando con firmeza, aunque jadeaba un poco. Su cuerpo aún sentía los ecos del mundo anterior.

Leo no dijo nada. Cerró los ojos un instante.

El sistema no emitió ninguna advertencia.

[Ubicación: Morioh – Línea principal, estabilizada.]

[Narrativa activa: "La huida de Yoshikage Kira".]

[Protagonistas locales en movimiento.]

Lisa Lisa observaba el entorno con ojos desconfiados. No entendía los carteles. Ni los semáforos. Ni los automóviles. Era como estar en un sueño de otro… o una pesadilla de su propio futuro.

—¿Esto es el lugar real...? —murmuró.

Leo asintió. Sus ojos rastreaban detalles. Escaneaban.

Estaba calculando.

—Sí. Estamos en la línea correcta. Todo está... vivo.

Lisa Lisa cruzó los brazos. Su voz temblaba ligeramente.

—¿Y ahora qué buscamos?

Leo no respondió de inmediato.

Porque esa era la parte más peligrosa: él ya sabía la respuesta.

Al otro lado de Morioh, en una calle residencial idéntica a todas, Yoshikage Kira se ajustaba la corbata frente al espejo.

El rostro aún le resultaba ajeno. El tono de piel. La línea del cabello. Los ojos.

Pero no importaba.

Lo importante eran las manos.

Esas sí las había conservado.

Esas eran suyas.

En la mesa del comedor, su nuevo hijo —Hayato— desayunaba en silencio. La mujer que ahora debía llamar "esposa" le alcanzaba el café sin mirarlo. Kira fingía normalidad. La misma rutina. Los mismos pasos.

Cada día.

Un guion que él podía interpretar con maestría.

Porque era un asesino.

Y los asesinos entienden la repetición.

Pero entonces…

Sintió algo.

Como un error en el aire.

Un detalle fuera de lugar.

Su respiración se detuvo por un segundo.

Se giró hacia la ventana.

Al otro lado de la calle, entre los arbustos perfectamente podados, un joven de cabello castaño lo observaba desde la vereda. Alto. Elegante. Silencioso. Con un aura que no coincidía con nada en su memoria.

Y sin embargo…

su mirada era la de alguien que lo conocía a la perfección.

Kira sintió por primera vez en semanas algo cercano al miedo.

Leo no se escondía.

Tampoco se acercaba.

Solo observaba.

Su Stand flotaba detrás de él como una figura fantasmagórica. Humanoide, negro como tinta aún húmeda, con símbolos girando a su alrededor. Invisible para los demás. Pero para él, era una brújula. Un archivo. Un oráculo sin boca.

Lisa Lisa lo alcanzó por fin.

—¿Qué es esta casa? —preguntó con el ceño fruncido.

Leo no respondió. En su mente, las líneas de texto flotaban como fragmentos de una novela que ya había leído cien veces.

Cinderella: muerta.

Kira: vivo. En posesión del rostro de Kosaku Kawajiri.

Ubicación: Confirmada.

Familia: esposa (Shinobu), hijo (Hayato).

Día del asesinato número 49:pendiente.

—No es solo un asesino —murmuró—. Es un actor. Se ha metido en la piel de un hombre muerto. Vive con su esposa. Con su hijo. Y finge ser alguien que no es.

Como yo.

Lisa Lisa lo miró, alarmada.

—¿Y tú vas a detenerlo?

Leo sonrió.

—No. Voy a estudiarlo.

Y luego, cuando esté exactamente donde quiero… lo voy a absorber.

Lisa Lisa retrocedió un paso.

—¿Qué…?

Leo caminó hacia el buzón de la casa y deslizó un dedo sobre su superficie metálica.

—No te preocupes. Aún no es tiempo.

Primero quiero ver qué tan desesperado se pone cuando sabe que alguien más lo entiende mejor que él mismo.

Mientras tanto, el grupo original…

En otro punto de Morioh, Jotaro, Josuke, Koichi y Rohan seguían investigando, aún sin saber que el enemigo ya no era el hombre que buscaban.

—Es como si se hubiera borrado del mapa —murmuró Josuke, frustrado.

Koichi miró una foto con el rostro original de Kira.

—No. No desapareció. Se… transformó.

Rohan, desde un rincón, chasqueó la lengua.

—Y eso lo hace peor.

Jotaro, con la mirada fija en el horizonte, sintió algo.

No una amenaza.

Sino una… interferencia.

Un nuevo jugador en la historia.

Uno que no estaba en la foto original.

Sus ojos se endurecieron.

"¿Quién demonios eres...?"

Dentro de la casa, Kira dejó caer su taza de café. Se rompió en el suelo.

Shinobu gritó, pero él no escuchó.

A través de la ventana, ese joven seguía allí. Sin moverse. Sin parpadear. Como un lector que está esperando la próxima página.

Y Kira supo algo con certeza absoluta.

El cazador había cambiado.

Y ahora… él era la presa.

More Chapters