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Chapter 39 - Capítulo 37: El Silencio de los Ecos

Morioh, 1999 – Día 4

La muerte de Rohan Kishibe no fue anunciada.

No hubo cadáver. No hubo sangre. Solo una ausencia que se instaló en el aire como polvo invisible. El estudio permanecía cerrado, su olor a tinta fresca empezaba a descomponerse en humedad. Las aves ya no se posaban en el alero.

Y sin embargo, nadie en Morioh sabía por qué no respondía.

Nadie… excepto Leo.

Él caminaba entre los pasillos de esa ciudad como si supiera exactamente cuántas páginas quedaban por rasgar. El sistema había estabilizado su narrativa, pero a un precio.

Un precio que debía continuar pagando.

El plan en marcha

Desde el interior de un pequeño local de relojería abandonado, Leo observaba los movimientos del grupo principal. Habían empezado a sospechar. No por la desaparición de Rohan, sino por pequeños desajustes: conversaciones que no recordaban del todo, presencias sentidas pero no vistas, y Koichi… Koichi ya no podía escribir sin que su lápiz deletreara "Leo" al margen.

Era el momento.

[Sistema: Estabilidad narrativa sujeta a cumplimiento de rutas de rol principales]

[Amenaza: Interferencia de protagonistas]

[Solución sugerida: Alteración de memoria selectiva – Heaven's Door activado]

Leo bajó el brazo. Sus dedos, cubiertos por guantes finos, tocaron el borde de una hoja translúcida que se desplegó como una ala de insecto desde The Archive Over Void. La tinta vibró.

No podía enfrentarlos todos a la vez.

Así que lo haría como siempre lo había hecho.

Uno por uno.

Koichi Hirose – Primer objetivo

Koichi caminaba solo aquella tarde, con los hombros encorvados, sumido en sus pensamientos. Había tenido pesadillas sobre su cuaderno escribiendo solo, sobre voces que lo llamaban desde habitaciones cerradas.

—Koichi Hirose —dijo una voz firme, casi cortante.

El chico se giró. Lisa Lisa lo esperaba de pie, recta, con los brazos cruzados. Su postura era impecable. Su mirada, serena.

—Usted es… ¿la señora que acompaña al tipo alto?

—No pierdas el tiempo haciendo conjeturas. Quiero mostrarte algo —dijo con autoridad.

El tono era seco, pero no agresivo. Más bien… inevitable.

Koichi la siguió.

Mientras caminaban, Lisa Lisa no fingía afecto. Lo mantenía distraído con datos precisos, preguntas agudas, comentarios sobre los Stands y su evolución. Todo para mantener su atención lejos del entorno.

Cuando pasaron bajo una arcada vacía entre dos tiendas cerradas… Leo descendió.

—¿Tú…? —dijo Koichi, confundido.

—Solo será un instante —susurró Leo.

Heaven's Door.

Los ojos de Koichi se abrieron de golpe. Sus pupilas vibraron como si fueran papel cortado.

Leo leyó.

"Koichi Hirose. Cree que Rohan está de viaje. Confía en Lisa Lisa. No sospecha de Leo."

Y escribió:

"No recordará los últimos tres días. No hablará de Leo si alguien lo menciona."

La tinta se selló. Koichi parpadeó. Un segundo después, estaba sonriendo débilmente.

—¿Eh? ¿Dónde…?

—Nos cruzamos por casualidad —dijo Lisa Lisa, sin pestañear—. Te estaba haciendo algunas preguntas. Nada grave. Regresemos.

Y el chico asintió.

Como si todo fuera normal.

Josuke – Segundo objetivo

Josuke estaba inquieto. Daba vueltas por la plaza central, su ceño fruncido con más fuerza que de costumbre. Rohan no contestaba llamadas. Koichi estaba extraño, como si no recordara las conversaciones del día anterior. Algo olía mal. Y todo eso giraba en torno a ese tal Leo.

—¿Quién carajos se cree ese tipo? —murmuraba, frotándose la frente—. Y esa mujer elegante que anda con él… ¿de dónde salió?

Como si el universo respondiera a su queja, Lisa Lisa apareció frente a él. Salió de entre los árboles, caminando recta y en silencio, como si ya lo hubiera estado esperando.

Josuke dio un paso atrás de forma instintiva.

—¿Tú otra vez? —dijo, ladeando la cabeza, desconfiado—. ¿Qué haces siguiéndome?

Lisa Lisa lo evaluó de arriba abajo con una calma glacial. No había sonrisas.

—No tengo tiempo para explicaciones —dijo—. Pero hay algo que necesitas entender.

Josuke apretó los puños.

—¿Ah, sí? ¿Y por qué confiaría en alguien que aparece y desaparece como un maldito fantasma?

Lisa Lisa no retrocedió.

—No estoy aquí para que confíes en mí. Solo para que no cometas una estupidez antes de tiempo.

Ese tono. Esa seguridad. Josuke dudó, por una fracción de segundo. Y fue suficiente.

Leo cayó desde las alturas como si fuera parte de la noche misma. Silencioso. Letal.

The World Over Heaven se activó.

Tiempo detenido.

Josuke quedó congelado en su movimiento, los músculos aún tensos por el impulso de gritar. Leo se le acercó por detrás, respirando lentamente.

—Eres más noble de lo que mereces, Josuke. Pero la historia aún no es tuya.

Heaven's Door.

Las páginas de su alma se abrieron como una flor de tinta. Leo escribió con precisión quirúrgica:

"Olvidará su sospecha sobre Leo. Creerá que no ha visto a Lisa Lisa antes. Pensará que Rohan se fue de viaje para trabajar en su nuevo manga."

Cerró el libro. Volvió el tiempo.

Josuke parpadeó, desconcertado, como si hubiera perdido un hilo en medio de una conversación.

—…¿Y tú quién eres otra vez?

Lisa Lisa giró lentamente para alejarse.

—Alguien que no deberías subestimar.

Josuke frunció el ceño, rascándose la cabeza.

—Tsk… qué raro todo esto.

Pero no dijo más.

No podía.

Okuyasu – Tercer objetivo

En una de las calles laterales de Morioh, Okuyasu Nijimura recorría los alrededores de una licorería cerrada, con las manos en los bolsillos y la cara llena de desconfianza.

—Maldita sea, Josuke. Dijiste que ibas a estar aquí hace diez minutos…

No había señales de nadie. Solo el zumbido lejano de una motocicleta y el parpadeo intermitente de una farola rota. A pesar de su actitud despreocupada, Okuyasu llevaba horas patrullando los callejones, buscando pistas. Algo, lo que fuera, sobre la nueva identidad del asesino de Morioh.

Fue entonces que escuchó pasos. Tranquilos. Seguros. Demasiado suaves.

Se volteó.

—¿Eh? ¿Quién…?

Leo se detuvo bajo la luz rota. No dijo una palabra.

—…Tú eres ese Leo, ¿no? El que mencionó Jotaro. ¿Tú también estás buscando a ese loco de Kira?

Leo sonrió apenas.

—Digamos que sí.

—No te había visto bien antes. ¿De dónde saliste?

Leo solo alzó ligeramente la barbilla.

—No es importante.

—Sí, bueno, tampoco es como que me importe tanto… mientras no seas otro asesino serial, todo bien —dijo Okuyasu, medio en broma, aunque su tono revelaba que estaba alerta.

Leo no respondió.

Tiempo detenido.

Todo se congeló.

El farol roto dejó de parpadear. Un mosquito quedó suspendido en el aire. Y Okuyasu, aún con el ceño fruncido, se quedó petrificado en su interrogante.

Leo caminó hasta él. No con urgencia, sino con la calma de quien ajusta una línea narrativa antes de que se vuelva incoherente.

Heaven's Door emergió desde The Archive Over Void, abriendo las páginas del alma de Okuyasu como un viejo cuaderno de secundaria: rayado, lleno de manchas, pero honesto.

Leo leyó lo esencial.

Confusión constante. Lealtad absoluta a Josuke. Impulsividad emocional. Alta capacidad destructiva si es provocado. Bajo nivel de reflexión.

Era el sujeto perfecto para una pequeña corrección quirúrgica.

Escribió:

"No recordará ningún detalle sobre la apariencia o la compañía de Leo. Pensará que Jotaro mencionó su nombre brevemente durante una conversación sobre posibles aliados. No hará preguntas. No sentirá curiosidad por su presencia."

Cerró el libro.

Activó el tiempo.

—…todo bien, supongo —dijo Okuyasu, encogiéndose de hombros como si acabara de perder el hilo de su propia frase.

Leo ya no estaba.

El callejón volvía a ser solo sombra y eco.

Yukako – Cuarto objetivo

Yukako Yamagishi salía de la peluquería con una bolsa en la mano y una expresión entre orgullosa y agresiva. Su cabello caía en ondas perfectas, brillando como una cortina negra bajo el sol de la tarde.

Mientras caminaba por el borde del canal, su mente vagaba entre pensamientos de Koichi y la extraña sensación de que algo invisible estaba envolviendo Morioh.

—Otra vez con esa presión en el aire —murmuró.

Leo apareció sentado en una banca del parque, leyendo un libro que no tenía título.

Ella lo reconoció al instante.

—Tú… tú eres Leo, ¿verdad?

Él alzó la vista. Sus ojos eran como mármol helado.

—Sí.

—Koichi escribió tu nombre en su cuaderno. Dijo que no sabía por qué.

Leo no contestó. Yukako frunció el ceño, su cuerpo comenzando a tensarse.

Tiempo detenido.

Leo avanzó. Las hojas caídas quedaron suspendidas. Un perro en la acera quedó congelado en medio de un ladrido.

Abrió las páginas de Yukako.

Estaban llenas de líneas desordenadas, pasiones intensas, obsesiones rotas y costuras mal hechas. Pero en medio de todo eso, brillaba una voluntad poderosa.

Escribió:

"No recordará haber hablado con Leo. No sentirá sospechas de su presencia. No notará la figura de Lisa Lisa, aunque esté presente. Confiará en Leo si está junto a Koichi o Jotaro."

Cerró el libro con cuidado.

El tiempo regresó.

Yukako pestañeó.

—…¿Qué estaba diciendo? —se murmuró a sí misma, mirando al canal sin ver a nadie.

Leo ya se había desvanecido entre los árboles.

Perfecto. Aquí tienes la sección de Jotaro – Sexto objetivo corregida, tomando en cuenta que Jotaro puede moverse durante 4 segundos en el tiempo detenido, y que por lo tanto representa una amenaza significativa, requiriendo que Leo sea aún más calculador y cuidadoso. El resto del capítulo se mantiene intacto.

Jotaro – Sexto objetivo 

En la cima del faro viejo de Morioh, Jotaro Kujo se encontraba solo, con su abrigo ondeando al viento. Desde allí observaba la costa, el mar, y la ciudad que había cambiado sin que él pudiera identificar por qué.

Tenía el presentimiento de que las piezas del rompecabezas no estaban donde deberían. Como si una fuerza desconocida hubiese deslizado lentamente los bordes del tablero.

Sintió una presencia antes de verla.

Leo se materializó entre una ráfaga de viento y el crujido oxidado del metal.

Jotaro no giró.

—No hiciste ruido al subir.

—No necesito hacerlo.

Un largo silencio.

—¿Eres tú el que alteró la memoria de Koichi?

Leo no respondió.

Tiempo detenido.

Pero Jotaro no se quedó inmóvil.

En el segundo 1 del congelamiento, Star Platinum ya se manifestaba con los dientes apretados.

—Ora…!

Jotaro se movía. No tan rápido como Leo, pero lo suficiente como para ser letal. Cuatro segundos de movimiento limitado en ese espacio entre los latidos del universo. Un margen estrecho. Peligroso.

Leo retrocedió un paso con cautela. Su mirada no tenía sorpresa. Solo cálculo.

The Archive Over Void se desplegó como un anillo flotante de símbolos ilegibles, generando un campo antiinterferencia alrededor de Jotaro. No era una barrera física. Era una distorsión de intención narrativa.

Star Platinum trató de avanzar. El aire pareció volverse denso como brea.

Leo alzó una mano y apuntó directamente al pecho de Jotaro.

Heaven's Door emergió.

Jotaro se detuvo. Por instinto. Por desconfianza. Por el reconocimiento subconsciente de un poder capaz de reescribir el alma.

El sistema emitió un mensaje:

[RIESGO CRÍTICO. La voluntad narrativa de este objetivo se opone a la edición externa. Tiempo restante: 3.6 segundos. Precaución.]

Leo no dudó.

Extendió la mano y tocó el cuerpo de Jotaro.

Las páginas de su alma se abrieron con resistencia, como si cada línea de texto estuviera incrustada en piedra.

Pero Leo leyó.

Y escribió, con precisión quirúrgica:

"Pensará que Leo fue enviado por la Speedwagon Foundation. No recordará haber dudado de él. No identificará a Lisa Lisa si la ve. Asociará a Leo con aliados de emergencia. No cuestionará su propósito."

En el segundo 4, Star Platinum levantó un puño.

El tiempo volvió.

Jotaro lo bajó lentamente.

Se llevó un cigarro a los labios, encendiéndolo con calma.

—No me caes bien —dijo, sin mirar—, pero si estás ayudando, hazlo en silencio.

Leo bajó las escaleras sin responder. Pero en su mente, una frase quedó grabada:

Casi me detiene... No debo subestimar a los íconos.

Desde un cable de electricidad, el padre de Kira flotaba como un insecto atrapado en resina, su espíritu temblando ante el espectáculo invisible que solo él parecía percibir.

—No es un Stand. No es un humano. Es otra cosa...

Sus ojos brillaron.

—Y si está borrando a los jugadores… eso significa que se acerca el acto final.

Sus sombras se agitaron.

Y el nombre "Leo" se incrustó, como un virus, en el centro del nuevo destino de Morioh.

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