Morioh, 1999 – Día 3
En el interior de una casa antigua, lejos del bullicio y los ojos de la ciudad, los relojes estaban cubiertos con paños oscuros. El aire tenía un peso invisible. Silencio denso. La quietud de algo que estaba a punto de romperse.
En lo alto del ático, el retrato flotante del Sr. Kira vibraba levemente. Una energía mal contenida parecía brotar de los bordes de su marco. Su voz era apenas un murmullo cargado de ansiedad y vejez.
—Escúchame, Yoshikage… Esta máscara no es suficiente. Ese intruso… ese extraño que llegó a este mundo… está rompiendo las reglas. Si no haces algo, todo se vendrá abajo.
Yoshikage Kira, con el rostro de Kosaku Kawajiri, estaba de pie, inmóvil. Sus ojos clavados en la Flecha que su padre flotante le ofrecía.
—Lo he visto… —murmuró Kira—. Me observa desde lejos, siempre con esa calma enfermiza. Sabe más de lo que debería. Camina por la historia como si le perteneciera.
—Entonces es el momento —insistió su padre—. Usa la Flecha. No para destruir… para dominar.
La Flecha se presentó ante él como un artefacto primigenio. No titubeó. Kira la sostuvo con delicadeza, como si no quisiera despertarla.
—No lo hago por ambición. Solo quiero vivir tranquilo…
Y entonces, sin más palabras, se apuñaló.
Un segundo de absoluto silencio.
El tiempo pareció contener la respiración.
Y entonces, Killer Queen gritó. No con voz, sino con su forma. Su cuerpo se contorsionó, su diseño se desgarró y reconstruyó al instante. Una marca de calavera apareció en su espalda. Un nuevo brillo emergió en su ojo izquierdo. Su presencia ya no era la de un Stand asesino.
Era una aberración narrativa.
Killer Queen: Bites the Dust había nacido.
En lo alto de un edificio cercano, Leo observaba desde el borde de una antena oxidada. La brisa parecía no rozarlo. Era una sombra entre líneas de tiempo.
Sus ojos no mostraban sorpresa. Solo confirmación.
El sistema se activó sin necesidad de que él hiciera nada.
[Anomalía registrada: Killer Queen ha alcanzado una nueva fase evolutiva.]
[Nivel de peligro: 87%]
[Prioridad máxima: contener a Yoshikage Kira antes de la fractura estructural del universo.]
Recompensa por éxito: acceso parcial a The Archive Over Void – Forma Humanoide: Act 2.
Leo bajó la vista, con la serenidad de quien escucha el crujir de una página nueva.
—Así empieza el capítulo donde los personajes ya no entienden quién está escribiendo su historia…
Más al centro de Morioh, Koichi hojeaba su libreta con inquietud. Estaban reunidos cerca de la estación. Josuke revisaba los alrededores con frustración, Rohan caminaba en círculos murmurando para sí, y Jotaro se mantenía en silencio, como siempre, pero con la mandíbula más tensa que de costumbre.
—¿Otra vez escribiste ese nombre? —preguntó Josuke, asomándose al cuaderno de Koichi—. "Leo"… ¿quién carajos es Leo?
—No lo sé… no lo recuerdo. Pero cada vez que parpadeo, aparece. Como si lo hubiera soñado. Como si siempre hubiera estado ahí, pero fuera imposible de enfocar.
Rohan cerró su cuaderno con brusquedad.
—Es molesto. No me gusta no saber quién está moviendo los hilos. El asesino cambia de rostro, la policía no ayuda, y ahora tú ves fantasmas.
Koichi tragó saliva.
—No son fantasmas. Es como… como si alguien más estuviera caminando por nuestra historia sin ser parte de ella.
Jotaro se detuvo.
—¿Estás diciendo que hay alguien que sabe más que nosotros… del asesino?
Koichi asintió lentamente.
—Siento que este Leo… lo conoce todo. Incluso lo que todavía no ha pasado.
—Tch. Pues que venga y lo diga de frente —gruñó Josuke, golpeando una farola con la palma—. Estoy cansado de sombras.
Mientras tanto, en otro distrito de Morioh, Yoshikage Kira caminaba con las manos en los bolsillos. El cielo era naranja como un atardecer que no sabía si debía morir o empezar de nuevo.
Se detuvo frente a una vitrina de relojería. Observó su reflejo en el cristal.
—Kosaku Kawajiri… —murmuró.
Killer Queen se materializó detrás de él. Y sin necesidad de órdenes, levantó una mano, apuntó al reloj.
Boom.
La explosión fue pequeña, precisa, sin dejar rastro.
Kira sonrió.
—Ahora… ni el tiempo puede juzgarme.
En un callejón sellado por capas de oscuridad narrativa, Leo activó The Archive Over Void. La silueta humanoide a su espalda había comenzado a formarse con mayor definición: líneas trazadas con intención, como bocetos previos al gran diseño. El Act 2 estaba cerca. Lo sentía en su piel, en su voz interna.
Pero no se apresuró.
Colocó una página nueva en su libreta, escribió algo con calma, y la dejó deslizarse al viento. Al tocar el suelo, desapareció.
Era un marcador. Una marca.
El principio del final para Kira Yoshikage.
—Cuando la historia se reescribe desde adentro, no hay autor… solo una necesidad.
Y yo soy esa necesidad.
Leo dio un paso hacia el corazón de Morioh.
La caza había comenzado.