Helena — ¿Qué fue ese ruido?
Max — Ya, no pasa nada, solo son niños jugando con la paciencia de un demonio.
Helena — ¿Qué?
Max — Olvídalo, ¿te apetece comer unos burritos con queso, justo como te gustan, cariño?
Helena, con una leve sonrisa, pregunta sorprendida — ¿y a qué viene eso ahora? Hoy estás de buen humor, ¿quién eres?
Mientras tanto…
La explosión se comió dos casas enteras alrededor de nosotros, pero aún así seguíamos vivos. Uno se protegió como pudo; el único sin daños era el causante, porque su poder afectaba todo menos a su portador, y es así como funcionan los poderes en este mundo.
Pero, justo antes de que explotara todo, sí logró chocar mi cabeza contra el suelo; el suelo se rompió y casi perdí la noción del tiempo, pero volví instantáneamente para cumplir mis deberes. Me giré, atrapé el brazo con el que me agarró la cara, enrollándolo con mis dos piernas, y se lo rompí. Utilicé mi último truco, que siempre me ayuda a ganarle en rapidez a mi maestro: mi llave, un aparato que me ayuda a teletransportarme a donde quiera que exista mientras lo pueda imaginar. Hice una pirueta, me mantuve por unos segundos sobre el muro detrás mío para mantener el equilibrio y fijar mi objetivo, y, con la fuerza de mis pies, presioné el botón de la llave en segundos, pasé por un primer portal instantáneo y llegué por el otro lado… Todo iba tan lento que no me lo creía, y aquel que intentaba atrapar a María por el lado izquierdo lo pude notar; lo miré con rabia, le metí la rodilla entre sus dientes y le partí la boca. Pero, como iba demasiado rápido, cuando llegué al muro, que no estaba nada lejos, terminé partiéndole el cráneo en el muro y, en ese momento, todo explotó, pero logré protegerme a mí, a María y a su madre, cubriéndonos con tierra solidificada (masa de piedras) a puro esfuerzo y lágrimas. Gracias a mi maestro, logré desarrollar dos habilidades y sus estados: Pirokinesis y Geokinesis.
Tuve que proteger a su madre sola, ya que está bastante lejos de nosotros y, ahora que María está junto a mí, estoy más tranquilo; quitándome el escudo de tierra, me dije:
— Pero ahora, tendré que ver cómo explicar esto. Sabiendo que podrían culparme por esto si les dejo escapar, y lo peor es que maté a dos de ellos…
— ¿Don, eres tú? — me preguntó María sin poder creer que de verdad estoy a su lado.
— Eres peor que una cucaracha, ¡nunca mueres! — dijo el último usuario de fuego.
— Tranquila — le dije a la pequeña llorona, aunque me sentía muy débil —, ya no te pondrán ni un dedo encima otra vez.
Al escuchar eso, ella cayó en llantos y se aferró a mí como si nunca quisiera soltarme. Bajé el escudo de tierra sobre su madre y continué: ve con tu madre, intenta… levantarla… y huyan de aquí lo antes posible.
— Pero… tú, estás sangrando.
— Mientras que esté de pie, no voy a caer. Querías ser el más fuerte, comienza por salvar a tu madre, y huyan de aquí.
— Sí eso haré. ¡mamá! — gritó para intentar reanimar a su madre.
— ¡Mierda! Cuando más necesitas esta regeneración, no funciona; fui imprudente al lanzarme. Este error no lo voy a cometer otra vez.
Todavía no tengo el lujo de calmarme; queda este problema por resolver: un usuario de fuego delante mío y el maldito sucio usuario de agua detrás, que acababa de aparecer y no me mostró todo lo que podía hacer, pero, igualmente, no lo voy a dejar, ya que se acabaron las escondidas… Empecé a dejar de reprimir mi transformación y terminé rompiendo mi cubierta, porque mi forma original pelea contra los efectos de las pociones después de un tiempo. Mis venas empezaron a reflejar luz; mis ojos, rápidamente, volvieron a sus orígenes; y cuando mi cola casi estaba por aparecer, por alguna razón sentí tristeza. Tengo la impresión de haber perdido algo muy importante, pero otra vez no me acuerdo. Se convirtió en rabia y, por un instante, escuché algo o a alguien riéndose de felicidad, pero dije que no, y me pude controlar. Volver a mi fase original no me conviene para nada; no soy tan imbécil de cagar todo mi esfuerzo para vivir tranquilo ahora y delatarme delante de ellos. Inmediatamente, lo volví a reprimir, como ya había destrozado el efecto de la poción; por liberarlo, me bebí la otra. Y ahora, por estúpido, solo me queda una para dos días, y, rayos, ¡no es suficiente! No debo cagarla… me las arreglaré de algún modo.
— No sé lo que hiciste para sobrevivir a esto, pero sí que eres interesante. ¿Y tú qué diablos tenías en mente!?
— ¡Lo siento, jefe!
— Acabas de matar a dos personas, dos de mis hombres. ¡No saldrás ileso de esta; debiste salir… pero te quedaste por pendejo, ahora vas a morir!
Y, justo como decía mi maestro, "la maldad solo existe, pero los humanos la desarrollaron de la mejor manera." Y yo, esta vez, les enseñaré lo que es tragarte, el equivalente a tu propia maldad.
Los dos me atacaron a la vez. El jefe creó un paso de hielo que se dirigía hacia mí, creando, por cada metro, agujas de hielo que se comían y se hacían más grandes. Instantáneamente, tuve que revelar mi segunda habilidad y me protegí con un escudo alto de piedra, en el que confié y logró herirme, abriendo un hoyo dentro de mi protección. El otro me lanzó un ataque de fuego continuo y, igualmente, tuve que protegerme; y, al segundo que lo levanté del otro lado, empujé los dos muros, y ambos se fueron a velocidad máxima, arrasando todo directamente hacia ellos. El idiota aumentó la potencia de su fuego continuo; el muro le chocó y se estancó. Intentó levantarse, pero no pudo; solo gané un poco de tiempo, porque debo tener cuidado de no matarlos por accidente, para ver cómo terminó con esto de una vez por todas. Pero el sucio ya me está dando náuseas de tanta resistencia, porque no importa que hiciera, él seguía igual y, aunque no pudo prever mi segunda habilidad a tiempo, igualmente la destruyo con su fuerza subnormal.
Pero se quedó atónito:
— ¿Quién rayos eres? ¿Cómo puedes tener dos habilidades? — preguntó, bastante serio.
[Pero, justo a lo lejos, de lo que nadie en medio de la pelea y el peligro se daba cuenta, eran unos ojos… unos ojos que miraban atentamente entre el cielo y la luz de luna mientras se desarrollaba esta pelea, pero se notaba muy interesado en Don, después de verlo todo, aunque los otros no hayan notado su transformación, ni su segunda habilidad. Parecía una mujer, posiblemente muy hermosa, con una larga melena plateada que cae en suaves ondas hasta su cintura. Su cabello brilla ligeramente a la luz, como si estuviera bañado por la luna, lo que le da una apariencia etérea y mágica. Sus ojos son de un profundo color azul zafiro, casi hipnóticos, con un brillo interno que parece ver más allá de lo visible, pero el fuerte viento reveló sus orejas ligeramente puntiagudas, asomándose delicadamente entre su cabello plateado y el tatuaje de una serpiente circular detrás de sus orejas.]
No respondí, y levanté las manos a la altura de mi abdomen, y le hice solo una pequeñita demostración de lo que puedo hacer, a ver si lo asusto un poco y que nos deje en paz de una vez. Varias rocas se formaron alrededor mío, como si yo fuera el centro de gravitación, y, entre mis manos, llamas ardientes y peligrosas. Al instante que lo vio, se quedó atónito, pero creo que su mirada reflejaba envidia y resentimiento hacia mí. Se mordió los dientes y pensé, por un momento, que me tuvo miedo por primera vez, pero ¡qué equivocado fui! Esa frustración se transformó rápidamente en la misma sonrisa desafiante, más una mirada por el hombro.
Se rio y empezó:
— ¡Interesante! — dijo.
¡INTERESANTE! — gritó.