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Chapter 17 - EL COMIENZO DE TODO: El día de la asunción de Calenmir.

[Del otro lado del mundo]

 

17:39 hora de Miwova

 

En un estado rico y fuerte, que prácticamente se considera una de las naciones más prósperas y poderosas del mundo. Aquí, la grandeza no es solo un ideal, sino una realidad viva.

A día de hoy, sintieron el estremecedor poder de aquel ser que redirigió por un instante las corrientes oceánicas más cercanas, un poder proveniente del otro lado del mapa en el bloque occidental.

 

El Gobernante de esta nación, aunque considerado extraño por algunos, es respetado por los humanos que viven en Miwova. Estos humanos se distinguen de los comportamientos típicos y malos que otros humanos les han atribuido, y reclaman no mezclarse con los comportamientos de las personas provenientes de reinos como Astoria, Montesis o incluso la misma FSA.

 

Miwova es el único país que adoptó un sistema de gobierno diferente, basado en un sistema de votación que parte de la premisa extraña de que el pueblo es quien lleva el mando de la nación.

Crearon una palabra curiosa para referirse a su gobernante: “presidente”. Todos llaman a su presidente, el Rey Mo, una persona muy amable. Nadie entiende por qué parece no tener ningún enemigo.

 

Él es imponente y musculoso, pero su cara expresa todo lo contrario, lo que hace que se rumorea por qué nadie, ni los reinos cercanos, se atreve a meterse con él. Hay rumores de que es nivel 8.

 

En su carruaje, se dirigía hacia su palacio, manteniendo la misma expresión facial juguetona. Pero al instante que siente el eco de éter ínfimo expandido por el océano, por primera vez entreabre sus ojos, que parecían siempre estar cerrados y joviales. Dejó escapar un leve resoplido, como un “hmm” con un toque de burla.

 

Pareció solo estar un poco interesado por lo que están tramando las naciones del suroeste, aunque no lo aparenta. Así que, por si acaso, envió sus espías a investigar lo que está ocurriendo y recabar información, para prepararse para posibles actividades sospechosas. Esta acción acabaría más adelante por empezar a romper la paz y posiblemente llevar a una guerra de poder.

 

Pero ni él ni las otras naciones quedarán de brazos cruzados cuando escuchen que la nueva reina al trono del estado de Zephyria quiere expandir su dominio, tomando las tierras de los theriontropos y las del reino abandonado Tordontos.

 

Muchos intereses ahora estarán en juego, nuevas necesidades surgirán de la escasez de elementos indispensables. Entonces, justo en ese momento, veremos cuán capaz y cuán peligrosa puede ser la reina Calenmir. Es linda y joven, es verdad que su poder es equiparable al de un rango 5, pero la fuerza de su armada es potencialmente una amenaza para cualquiera que lo subestime.

 

[Volvemos al momento del anuncio de la reina]

 

La reina, desde su balcón, con toda la atención de su pueblo, decidió llamar al que será su más fiel compañero, su protector más leal y, sobre todo, uno de los espíritus más fuertes que ronda perdido en la oscuridad del Menifesi. Él ha sido llamado para servir al reino y a la voluntad de Calenmir, que aún no ha sido coronada.

 

De forma diferente a la tradición de los humanos, que se toma como convención en la asunción de un nuevo rey o reina, se le suele fabricar una corona fabricada con metal azul, criftones, sin olvidar una decoración de múltiples joyas distintas, y posteriormente la corona pasa a estar imbuida bajo un sello hecho por un mago, estrictamente confidencial.

 

Los elfos tienen un proceso similar, excepto que la corona no reposa sobre la cabeza del monarca. Pero es costumbre que después del llamado a un nuevo contrato con un Index, este obtiene el anillo, símbolo de la corona, y lo ofrece a su matriarca postrándose ante ella en señal de reverencia.

Después del llamado de Calenmir, una ligera brisa se convirtió poco a poco en ráfagas, todas centradas en un punto en el cielo. Este punto negro crecía hasta hacerse más grande y absorbía todo a su alrededor: la luz, el aire, las hojas de los árboles y las pequeñas gotas de la fuente de agua se alzaban en el cielo, siendo devoradas. Hasta que ese mismo punto expandió su forma original hasta parecer humanoide.

 

Minimus mandó a llamar al Hramandir del castillo y, sin previo aviso, el cuerpo se alzó y se mezcló con lo que sea que se estaba gestando en el cielo. Entonces eclosionó, arrojando luz alrededor de la entidad femenina que fue llamada, aunque sus partes estuvieran completamente al descubierto frente a todos.

 

Hubo algunos padres indignados, pero más allá de las expectativas de la reina, obtuvo un vasallo que sobrepasó sus deseos. La mirada silenciosa entre ellas parecía tener un toque de rebeldía, como si fueran almas gemelas, dos caras de la misma moneda, pero una exageradamente más poderosa que la otra.

 

Los niños, pese a tener que bajar la cabeza, temblaban de miedo como respuesta inmediata, y los adultos de rango 5 e inferior quedaron petrificados por el shock. Aunque la misma futura reina es de rango inferior a su Index, este último parece tratar de superarla, emanando su sed de expandir la muerte.

 

Todo a su alrededor estaba paralizado en el pánico; el ambiente jovial de hace dos horas ya se había olvidado. Pero ninguna de ellas apartaba la mirada, ambas con ojos de un verde esmeralda que no dejaban de provocarse mutuamente, hasta que por voluntad propia Index hizo su elección y se calmó.

Su nuevo cuerpo, desnudo y joven, pero con dos cuernos ínfimos en los laterales de su cabeza, algo que delata su edad en un cuerpo desarrollado. Tenía un peinado corto hasta su cuello, y cada fibra brillaba con un tinte grisáceo, como las cenizas.

 

Y en los aires, descendió, sin apartar la mirada de Calenmir, su futura protegida. Con elegancia, dejó caer cada dedo de sus pies descalzos sobre la fría terraza; fue sutil su respeto hacia ella.

 

Ella no sabe hablar y tampoco lo tiene permitido, pero Calenmir le permitió presentarse brevemente, y reveló que la llaman la santa compaña. Cuando iba a revelar su nombre real, rápidamente Calenmir la rectificó diciéndole que está despojada de cualquier nombre o entidad que alguna vez fue, y que ahora solo responderá por el nombre de Index.

 

Minimus se acerca y, con la poca autoridad que se le fue otorgada, le dice con una voz firme a su superior, aún inexperto, que se arrodille ante su reina. Procede a entregarle un anillo con el grabado del símbolo del descendiente elegido para la corona del reino de Zephyria. Calenmir, con una sonrisa arrogante y prepotente, con una mano extendida y la otra mano tapándose una parte de su cara, exponiendo su enorme y excesiva soberbia, recibe el anillo.

 

Todo el reino se arrodilla ante Calenmir, y ella acepta el anillo.

 

Los tambores empiezan a retumbar, llenando el aire con su sonido profundo y reverberante. Las trompetas y los hermosos corales de los elfos comenzaron a resonar, llenando el aire con melodías que poco a poco relajaban la tensión de un día de proclamación real que se sintió y se vivió muy diferente en comparación con las otras.

 

Para algunos fue todo un espectáculo, pero aún hay otros que tuvieron miedo y preocupación de que todo se saliera de control. Todos seguían arrodillados. Calenmir alzó levemente la palma de la mano, permitiendo así que todos se levantaran.

 

Con una sonrisa paradójica, linda y agraciada de compasión hacia el pueblo, conjuró el hechizo que inicia la tradición Luin’Lára, mantenida a lo largo de los siglos para atraer felicidad y prosperidad al reino.

Pidió a su pueblo un momento de silencio, mientras que la lluvia dorada bajo un sol resplandeciente no dejaba de caer. Miró a Index, que aún seguía arrodillada, y pidió a una de sus sirvientas que le trajera una manta. Ella misma la envolvió, escondiendo a Index del frío, y le pidió que se levantara.

Sin cruzar ni una palabra, indicó que Index y Minimus se pusieran detrás de ella y declaró:

 

—He sido clara, zephyrianos, demostrándoles una parte ínfima de lo que puede hacer mi sirviente. Y aquellos que entendieron que hubo algún conflicto, que no se confundan: este es el poder de vuestra reina, la misma que juró alzar nuestro reino a la gloria.

 

—Hasta en la oscuridad, se alabará mi reino. Id a los cuatro rincones del mundo y esparcid el regreso de nuestro poder. En nombre de su reina. Y sean orgullosos de lo que sois, Elfos, los venerables y protegidos hijos de Inocency, hija de la creación.

 

Y Calenmir prometió a su pueblo, antes de regresar a sus aposentos, que vendrían días mejores para los elfos.

 

Después de que terminara la ceremonia, abandonó el bullicio del exterior, el interminable canto de felicidad, las trompetas, los tambores, las reverencias a su nombre. Se retiró de toda la locura y decidió pasear por un rato en su lugar favorito: la fuente de los eternos, un jardín tan enorme como un pueblo, un espacio mágico casi alternativo a cientos de metros bajo tierra.

Para algunos, puede parecer un mundo diferente. Este espacio está restringido; hace muchos años, era una cueva, sin embargo, hoy es solo un espacio confinado bajo un glorioso palacio fortificado y protegido por el rango más alto entre los caballeros, la División OMEGA.

 

En su caminata de vuelta a su cámara real, se encontró con su [consejero?], un elfo alto y esbelto, con una postura siempre erguida, reflejando dignidad y sabiduría, cabello largo y plateado, cayendo en ondas sobre sus hombros, como reflejo de su linaje antiguo.

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