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Chapter 23 - EL COMIENZO DE TODO: El dominio de un Rey Loco

El dominio de un Rey Loco

 

Al noroeste del Reino de Zephyria se encuentra un reino con un pasado muy oscuro y macabro, uno tan fuerte que cambió para siempre la historia de los humanos, una historia que concluyó con el fin de una raza entera y la de la mayoría de los seres vivientes en este mundo. Innombrables secretos y sucesos se esconden bajo la alfombra del Rey Loco, o más bien llamado el rey Montesis III, el rey… el único humano en el mundo que fue capaz de vivir más vidas que las de dos generaciones de elfos completas.

 

En otras palabras, pudo vivir más de veinte siglos. Nadie sabe cómo, nadie sabe por qué, pero todos en el reino de Montesis piensan que es una especie de dios. Todos tienen una imagen de bondad sobre este rey, aunque casi nunca sale de su castillo. Se dice que se volvió loco; se rumorea que, en una ocasión, tenía tanta sed de poder que provocó un genocidio. Nadie entiende o conoce sus motivaciones, pero sigue ahí en su trono, sentado, esperando algo, esperando un momento para levantarse, y el porqué sigue siendo un misterio hasta el día de hoy.

 

Por los pasillos se escuchan palabras… susurros de historias sobre el Rey Loco, historias contadas en privado que explican el odio y la persecución del rey Montesis III hacia los supaibi. Algunos repiten lo que falsamente describen los libros y las paredes.

 

El dicho motivo que inició una de las guerras más letales y sangrientas en el pasado fue el supuesto asesinato de la hija única del Rey Loco a manos de un supaibi. Solo se sabe de manera cierta y segura que hubo una reunión entre todos los reyes y reinas del mundo, todos acompañados de sus primogénitos o primogénitas. Hubo muchos vestidos y trajes elegantemente confeccionados por los mejores confeccionistas del mundo para una sola ocasión.

 

Se dice que, supuestamente, era una fiesta para cerrar acuerdos y celebrar la paz mundial después de tantas guerras, pero, curiosamente, todos y todas las acompañantes de los líderes de esta fiesta se desvanecieron en el olvido.

 

Después de este reencuentro, nunca los han visto en público, aunque a veces se menciona que algunos de los príncipes o princesas que se presentaron en esta fiesta habían hecho apariciones antes. Lo cierto es que siguen alimentando este rumor, el rumor de los hijos perdidos.

 

—Preguntadle a cualquier rey o reina que haya vivido durante decenas y decenas de años el recuerdo de estos rumores, y te lo negarán… negarán este suceso a espada y sangre. Preguntadle a los libros que no fueron quemados, si tenéis suerte de hallarlos. Preguntadle a los ancianos humanos más agraciados por la vida, si resta algún milagro que avive la chispa de la vida, la pequeña centella que aún no ha abandonado el corazón de aquel individuo perdido entre los innumerables barrios bajos del Reino de Montesis —dijo una voz en la narración, cargada de misterio.

 

Por desgracia, el único vivo capaz de contar mejor que nadie ese sospechoso pasado es el mismísimo Montesis III en carne y hueso, el Rey Loco.

 

Montesis III es el rey de un reino gélido y brutal, un lugar que lleva su nombre porque conquistó y masacró sin piedad a elfos en innumerables guerras que se llevaron a cabo por este rey infame. Pero, irónicamente, su obsesión por el dominio del más fuerte, que por alguna razón siempre le terminaba dando todos los conflictos bélicos, conflictos o rupturas que él mismo provocaba, lo convirtió en el más fuerte de aquella época. Era el rey más temido y odiado sobre la faz de la tierra. En el momento oportuno, se aprovechó de la debilidad de la reina Calginia II. La atacó sabiendo que su debilidad sería también el enemigo de todos los seres vivos en el mundo, un enemigo que no distingue razas, motivos ni conflictos.

 

La reina Elenor Calginia II fue sometida y asesinada en una visita de negociación en Montesis. Su cabeza fue brutalmente cortada con el arma con menos filo que había. Una vez que su cabeza, toda ensangrentada, fue recogida del suelo, después de varios minutos de un monólogo desbordado de avaricia sin sentido por no obtener exactamente lo que quiso, Montesis III, sentado sobre un trono con múltiples formas en referencia a una bestia muy cultural en Montesis, Varnok, el lobo de nieve, se levantó. Dejó colgar la cabeza de la reina, agarrándola fuertemente de un mechón de cabello en su fría caminata, ensuciando todo el salón real de sangre y dejando atrás un terror indescriptible en sus súbditos. Llegó a las afueras de su castillo fortificado e impenetrable, reunió a todos sus lobos de nieve, alzó la cabeza colgante ante ellos, mientras que sus vasallos lanzaban desde lo alto el cuerpo sin vida de la reina a estos animales violentos e impulsivos.

 

—Nada que envidiarle a los theriantropos —lanzó el rey.

 

Matar a Elenor en su peor momento, en guerra contra el avance de la corrupción, desestabilizó al reino de Zephyria en su momento. Durante meses que se extendían en años, este rey cerró los ojos ante los elfos del otro lado que se corrompían sin cesar y se convertían en monstruos inconscientes de lo que alguna vez fueron.

 

Ocho siglos después de este suceso, terminó negociando con Elysia Calginia III para tratar de solucionar con urgencia lo que representa un enemigo común, un invasor hostil sacado de otra dimensión, aún más letal y altamente peligroso para todos. Pero este rey avaricioso exigió obtener, a cambio de su ayuda, el poder que los llevó a ser el ejército más letal del mundo. Se negaron, prometiendo algo aún más interesante a sus ojos: obtener lo que tanto quiere, poder, más poder, y saturarse de más poder. Le prometieron la gema del poder, la Megacryston, una gema que solo nace entre rumores y suposiciones, mentiras y cuentos que buscan cultivar sueños inalcanzables. Pero, por casualidad, un rey psicópata, lujurioso, que usa la seducción, el poder y el miedo como armas, estuvo de acuerdo con este trato, mencionando:

 

—Mi vida se extiende entre los siglos… más longeva que la vida de un zephyriano y cada día más poderosa que cualquier rey en este mundo. Con paciencia haré mío ese poder, y cuando llegue ese día… cobraré mi venganza.

 

Fue cuando su terrorífico y sangriento imperio, levantado sobre genocidios, asesinatos, silenciamientos y manipulaciones, no tuvo freno alguno durante más de mil quinientos años de vida que tuvo este particular humano.

 

Hasta que se declaró la paz después de la guerra de los impuros.

 

Sus descendencias, maldecidas bajo un sello indescifrable, una maldición que directamente lo vuelve incapaz de embarazar a una mujer, quedaron truncadas. Con su única hija asesinada y privado de tener descendientes al trono, vivió durante años causando estragos. Entre los verdaderos motivos de su obsesión por destruir todo lo que toca… solo él lo sabrá.

 

Su reinado comenzó con una tragedia, y las consecuencias de sus acciones dieron lugar a mucha tristeza y escenas tan dramáticas como horribles que traumatizarían para siempre al rey Montesis que una vez fue padre. Pero ahora solo queda un Rey Loco. Un ser vivo que acepta la esclavitud, siendo el único reino que emprende y lleva a cabo la trata de razas. Un hombre que se llenó de esclavos hermosos que considera trofeos y participa en rituales sexuales de diferentes formas en sus numerosas cámaras privadas, baños del trono, el Refugio de los Desnudos, llenando su alma de festines e incontables orgías.

 

Un humano completamente entregado a la lujuria, a la avaricia, a su ira, a la soberbia, a la malicia y a su violenta sed de venganza. Un loco que se cree el único con la capacidad de mantener el orden mundial, en un acto desesperado por arreglar las heridas del pasado que nunca pudo sanar, por más vidas que contara, día a día. Un pobre rey con mucho poder, ahogándose lentamente en una desgracia mental silenciosa, culpando y exterminando sin motivo verdadero a un hombre de paja por algo que nunca hizo. Mintiendo… mintiendo a todo su reino descaradamente para justificar su sangriento método de salvación, para que tal vez un día cobre venganza con el verdadero culpable.

El culpable de todo este horror y el infierno que le trajo a su vida, en un solo día, que cambiaría el curso de la historia.

 

Una historia de venganza y muerte por el asesinato de su hija a manos de un supaibi que la condenó al olvido, según los relatos del rey. Esa herida no solo marcó su alma, la desfiguró por completo. Lo volvió ciego, no solo físicamente —aunque sus ojos ahora están cubiertos por vendas, ocultando unas órbitas amarillas mutadas de las que brotan raíces mágicas como venas corrompidas—, sino también ciego al sentido común, a la empatía, a la moral.

 

Todo lo que queda de él es hambre de poder. Su piel parece de muerto, blanca y agrietada. Su cabello, de un tinte blanco sucio, está recogido en un moño alto, con una barba corta negra prominente, perfectamente trazada y afilada a los lados del mentón, con un gran bigote. Viste ropas viejas hechas con cuero de quimeras y pelaje de grifo “al estilo vikingo antiguo”. Siempre sucio, siempre cubierto de una presencia fría y maldita, solo lleva su corona en eventos prioritarios, pero, más allá de eso, sería fácil confundir al rey de Montesis con un vil herrero.

Montesis se volvió un psicópata, uno impulsivo, aunque siempre lo fue, un rey frío, un guerrero de rango 7 que mata a sangre fría. Su corazón dejó de latir por la humanidad el día que perdió a su hija. Desde entonces, todo lo que hace lo justifica con una mentira que él mismo se repite: “Necesito más poder”.

Pero ya ni siquiera la recuerda con claridad. La imagen se diluyó; quedó solo el deseo ciego de poder por poder. Su mente está rota, y la fuerza salvaje de un varnok se volvió su camino, su herramienta, su credo.

 

Masacró pueblos, practicó, experimentó y usó sellos prohibidos con sangre humana, con elfos, theriantropos, hydroides, para formular un poder que nacería de la nada, un poder más allá, un poder inconducible. Todo lo que vendió fueron partes de su alma por fragmentos de conocimiento prohibido. Mandó a hacer experimentos con magia, algo que su reino prohibió, fusionó cuerpos, creó monstruos, desfiguró a su propia gente en secuestros, dando encargos a la división de los Grises para cumplir esta tarea, todo para probar teorías fallidas. Esto nunca salió a la luz; es un secreto bien resguardado y uno de riesgo muy alto. Su revelación sería solo el inicio del derrumbe de toda una sociedad modificada genéticamente, sin estar conscientes de este crimen contra la humanidad como la conocemos. Su reino se volvió una mezcla de campo de concentración y laboratorio mágico. Ese proyecto de modificación humana dio fruto, siendo todo un éxito siglos atrás, pero nadie se ha dado cuenta de esta locura. Los humanos de Montesis son los únicos capaces de nacer con habilidades sin tener que conjurar o llamar un sello cualquiera.

 

Y, al contrario del frío que cubre sus tierras, que en realidad es solo climático, los habitantes no tienen nada que ver con las ambiciones ni la actitud de su rey o los nobles. Su reino, congelado y brutal, con algunas tormentas de nieve según la temporada, no impide que, en esos tiempos, los días festivos sean cualquier cosa menos tranquilos. No existe reino sobre la faz de la tierra que ofrezca más alegría y diversión que los mismos varnokienses. Pero si le preguntas a un habitante común, es probable que idolatren a su rey antes que admitir que le temen. La cultura se volvió guerrera, tribal, donde la compasión es debilidad, una actitud valiente que tienen cada varnokiano impregnada en su sangre. Pero, cuando se relajan, hay innumerables tabernas, chicas hermosas y una forma de tocar música única en el mundo, algo único en Montesis… lo llaman… Jazz.

 

Más aún, lo que no puede faltar es la cerveza, mucha cerveza. Todos beben mucho, y aquel o aquella que no bebe, ofende. Todos los varnokienses son grandes alcohólicos y muy calenturientos. Su símbolo: Varnok, el lobo de nieve, una bestia blanca gigante, brutal, sin emociones. Es la viva imagen del reinado de Montesis: poder frío, salvaje y despiadado.

 

Sin embargo, a pesar de toda esta contracara del rey y su reinado, por más de cincuenta años sigue siendo el rey. Nadie lo ha podido derrocar y nadie se atrevería… por lo menos no de frente. El reino de Montesis representa la tercera armada más fuerte del mundo, con 452,700 Keros de poder, detrás de Astoria. Eso quiere decir que solo con las tropas de Montesis cuentan con 316,890 guerreros. El Rey Loco vive desde hace más de dos mil años. Al ser un humano de trayectoria efímera, después de su pérdida, se volvió muy temido en un abrir y cerrar de ojos. Obtuvo la habilidad de vivir más allá de sus capacidades, y su magia, su brutalidad y su reputación bastan para que incluso los antiguos supaibi se mantuvieran alejados. Lo llaman el Rey Loco, pero eso no lo hace menos peligroso.

 

Al contrario, lo vuelve impredecible, un mAaestro de las guerras, formidable adversario, un hombre con un grado muy alto de paciencia y algo de control, imposible de manipular, inmune al chantaje. No tiene límites, porque ya no tiene nada que perder.

 

Un monstruo humano que cree que aún es un hombre y vela por hacer lo correcto. Un rey con vendas en los ojos que, aunque ciego, quiere controlar hasta lo que sus sentidos ni siquiera pueden percibir… solo para destruirlo.

 

 

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